Bibliotecas, más que un equipamiento
En estos últimos días, posiblemente a raíz de la creación del Consorcio de Bibliotecas de Barcelona constituido por el Ayuntamiento y la Diputación, han aparecido diversos artículos sobre las bibliotecas públicas y la demanda social que existe, y se han constatado algunas de sus deficiencias.
Las bibliotecas públicas han intentado en estos últimos años superar parte de la realidad poco halagadora en la que se encontraban hace apenas una década. Las administraciones han invertido recursos -aunque algunas administraciones locales aún hoy no han sabido ver la potencialidad y necesidad de este servicio público-, pero la distancia entre lo que aquí se ha llamado 'biblioteca pública' y de lo que en realidad era una biblioteca pública en los países más desarrollados era tan enorme que las diferencias aún hoy son llamativas.
La demanda de la sociedad de la información ha puesto aún más en primera línea la necesidad de este servicio público como garantía de la igualdad de acceso a la información y al conocimiento. No podremos considerar que nuestra sociedad es plenamente democrática si no somos capaces de asegurar los derechos civiles, políticos, sociales y de información de todos los ciudadanos, sin excepción, en igualdad de condiciones.
¿Para qué sirve, pues, la biblioteca pública? ¿Qué objetivos deben ser prioritarios? ¿A qué usuarios está orientada? Y, más allá, deberemos plantearnos preguntas como ¿es suficiente con que la biblioteca facilite acceso a la información en cualquier soporte?
Parecen preguntas con respuestas obvias, pero no lo son.
Si nos preguntamos qué es la biblioteca pública y qué objetivos tiene, podemos empezar a escribir una larga lista de respuestas: centro de ocio, de formación permanente, de iniciación a la lectura, de dinamización cultural, de información, etcétera. Es evidente que cualquier organización debe tener unos objetivos prioritarios y que la biblioteca no puede ser todo esto al mismo tiempo. En función de cuál sea la población que deba atender (clientes reales y potenciales) y dónde esté situada ésta, decidirá potenciar más unos aspectos u otros. Es importante destacar, en cualquier caso, que la biblioteca debe dirigirse a toda la población y que, sobre todo, tiene que atender a los sectores menos favorecidos. Aunque los estudiantes también forman parte de sus clientes potenciales, es necesario recordar qué representan en relación con la población global y, al mismo tiempo, tener en cuenta que son hoy por hoy un sector privilegiado socialmente. La carencia o inexistencia de bibliotecas escolares ha hecho que muchas bibliotecas públicas hayan sido, y sean aún hoy, un sustitutivo de las bibliotecas escolares. Ello no quiere decir que en las públicas no deba haber unos espacios para que los estudiantes puedan estudiar, pero sin que ello desvirtúe el papel social de la biblioteca con respecto a otros segmentos de la población.
¿Cuáles son hoy algunos de estos sectores y cuál es el papel que puede tener la biblioteca en relación con ellos? Con algún ejemplo puede darse una respuesta sencilla. Veremos, al mismo tiempo, que asociar biblioteca pública con cultura es una visión reductora de su papel. Cuando la biblioteca pública realiza actividades para integrar a inmigrantes (hay bastantes bibliotecas públicas que realizan ya esta labor) tiene un papel de asistencia social además de cultural; cuando cubre un importante déficit de conocimientos en personas de mediana edad sobre tecnologías de la información y realiza, por ejemplo, sesiones de aprendizaje sobre fuentes de información para los comerciantes, su papel es de participación en el desarrollo económico y local; cuando informa a parados de cursos de formación ocupacional, recursos en la red para encontrar trabajo, etcétera, ¿qué papel realiza?
¿Quién, si no la biblioteca pública, debe asegurar que personas jubiladas puedan seguir manteniendo el acceso a la información y a las prestaciones que las tecnologías permiten (correo electrónico, trámites con la Administración, etcétera)? Y aquí hay que añadir que muchas bibliotecas públicas hacen hoy estas funciones a pesar de los limitados recursos humanos y materiales de los que disponen.
En los últimos años se ha apostado por invertir en equipamientos y en metros cuadrados, sin dar la misma prioridad a los contenidos de estos equipamientos:
Adela d'Alòs-Moner es presidenta del Colegio de Bibliotecarios-Documentalistas de Cataluña.
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