Cumbre de marionetas
El cantautor Ismael muestra su colección internacional de títeres antiguos en Villaviciosa de Odón
El Coliseo de la Cultura de Villaviciosa acoge una cumbre internacional de marionetas hasta el 11 de febrero. Las hay de hilo, de dedo, de sombras, de varillas o de guante, españolas, rusas, alemanas, indias, de Birmania o de la isla de Java, antiguas y recientes. El artífice del cónclave es el cantautor y folclorista Ismael, que se zambulló en las aguas del coleccionismo en los años sesenta impelido por su curiosidad por las tradiciones y las raíces de los pueblos. Su avidez le ha llevado a recopilar sólo en títeres unas 350 piezas, de las que expone un tercio en el Coliseo villaodonense. La muestra, que fascina tanto a niños como a adultos, se inicia con los diez ejemplares del Retablo de Maese Pedro, protagonistas de la ópera para marionetas que escribió Manuel de Falla en 1923 por encargo de la princesa de Polignac. 'El conjunto fue utilizado por Manuel Meroño en 1963 para el Festival de Música de América, en Nueva York', según figura en el cartel expositor. El itinerario deleita tanto a los que gustan de lo sencillo y minúsculo como a los que prefieren el barroquismo y la talla gigantesca. A los primeros les encantarán las simples marionetas de dedo españolas, que representan a los entrañables protagonistas de los cuentos infantiles. Los otros se quedarán perplejos ante los marotes de un rey y una princesa, o sea, marionetas de tamaño real, tejidas en gomaespuma y cartón, y que son manipuladas por la espalda por un individuo enfundado en negro.
El recorrido brinda rarezas, como las de Eva Lorena, una marioneta bebé de apariencia tan truculenta como su biografía, según relatan los creadores: 'Su madre era alcohólica y la parió a la puerta de una iglesia; fue inclusera y ahora vive varias vidas, desde equilibrista de los tendederos o profesora de aeróbic a monja prostituta y cantante anoréxica'. De insuflarle vida se ocupan tres personas, porque mueve hasta los vidriosos ojos azules por un sistema de presión de aire. Mucho más agradables a la vista resultan las marionetas de Birmania, que articulan hasta las falanges de los dedos; la figura de un polichinela español con la cabeza, las manos y los pies tallados en madera; una espantapájaros; un bailarín negro oriundo de Rusia o las criaturas típicas del teatro de sombras, es decir, reinas, verdugos y princesas.
El coleccionista, que recibió el Premio Nacional de Folclore en 1999, recuerda que las marionetas nacieron 'para explicar los grandes misterios del hombre'. Crecieron, pues, con un significado entre litúrgico y demoníaco; para unos simbolizaban la fertilidad y la buena suerte, y para otros, la lucha del bien y el mal. Ahora transmiten el significado que les dieron los juglares y comediantes. 'Las marionetas como prolongación del hombre de la calle; escudándose detrás de ese muñeco se es capaz de decir aquello que en directo se calla; así nacieron Polichinela, Guignol, Punch o Don Cristóbal', detalla Ismael.
Exposición de títeres y marionetas. Coliseo de Villaviciosa de Odón (avenida del Príncipe de Asturias, 163). Hasta el 11 de febrero. Gratis.
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