A todo trapo sobre la marejada
El 'Club Med', con el español Altadill a bordo, refuerza su liderato en el océano Índico
'Seguimos navegando rápido y con mucho frío. En las últimas horas, la nieve ha hecho acto de presencia y una ola gigantesca ha roto el carenado de protección de metacrilato que hay en la entrada para tener acceso al interior del casco de babor [a la izquierda de la proa o parte delantera]. La vida en el interior es de lo más miserable. El termómetro indica 10 grados bajo cero. La lluvia es constante por la condensación y ya no nos queda ropa seca. Llevamos así 12 días y esperamos que a partir del martes [mañana] veamos el sol'.
Guillermo Altadill, el único tripulante español que participa en la Regata del Milenio (The Race), a bordo del Club Med, describe así la última hora de las condiciones de los cinco catamaranes que navegan por las temibles aguas del sur del océano Índico en la vuelta al mundo sin escalas ni asistencias. La flota partió de Barcelona el pasado 31 de diciembre. En cabeza se ha situado el Club Med. La prueba está en estos momentos en su ecuador.
El barco que patronea el neozelandés Grant Dalton dejó ayer a popa la longitud del cabo Leeuwin, la roca más occidental de Australia, y enfiló hacia Nueva Zelanda, hacia el estrecho de Cook, paso obligado para los veleros antes de poner rumbo hacia el cabo de Hornos. Pese a la navegación por los rugientes mares del Sur, paraíso de la marejada en el reino del viento, el Club Med continúa en estado de gracia. Dalton y su tripulación llevan el timón con firmeza, sin apenas contratiempos, manteniendo a 781 millas marinas de distancia (a 1.446 kilómetros -entre Cádiz y Girona hay 1.384-) a su inmediato perseguidor, el Innovation Explorer, del francés Loïck Peyron.
No sólo se ha acostumbrado a ser el líder de la prueba, sino que se ha convertido en un punto de referencia en la navegación sin límites. Siete días y ocho horas ha sido el tiempo establecido por el catamarán en navegar desde el cabo de Buena Esperanza, en Suráfrica, hasta el de Leeuwin a una velocidad media vertiginosa: 30 nudos (55,5 kilómetros por hora).
Por detrás y a una distancia considerable del líder (a 3.543 millas, a 6.561 kilómetros), el Wharta Polpharma, del polaco Roman Paszke, sigue en la tercera posición, por delante del Team Adventure, del estadounidense Cam Lewis. El Team Legato, del británico Tony Bullimore, continúa anclado en una zona anticiclónica a las puertas del Índico.
De hecho, el Gran Sur constituye la parte más difícil de la regata por las condiciones metereológicas extremas. Olas que golpean desde una altura de 14 metros, e incluso más, no son extrañas. La prudencia manda. Especialmente, por el peligro más grande que representan los corredores de viento, que se desplazan muy rápido, originando mares embravecidos.
El sur recibió al Club Med con vientos de 45 nudos y unas olas gigantescas, según cuenta Altadill a través del ordenador de a bordo: 'Eran impresionantes. No recuerdo olas de tal tamaño en mis dos anteriores vueltas al mundo en la Whitebread. Fueron dos días con sus noches realmente duros y con gran tensión. Los impactos de las olas con los travesaños del barco eran increíbles y parecía que en cualquier momento se iban a partir, precisamente cuando yo iba al timón'.
Altadill describe el impacto de una ola contra la proa de la embarcación que provocó que la popa se levantara peligrosamente. 'Mi arnés me salvó de salir volando hacia las aguas heladas. Pero un compañero salió despedido cuatro metros hacia arriba. Milagrosamente, aterrizó dentro de la cabina y sólo sufrió contusiones'.
Los icebergs son otro de los peligros. El Club Med, según Altadill, se topó con varios cuando navegaban bajo la niebla y a una velocidad notable (28 nudos). 'En media hora llegamos a ver hasta 12, uno de ellos del tamaño de la montaña de Montjuïc de Barcelona', comenta.
Los avatares a bordo del Club Med, extensibles al resto de la flota, prosiguieron a lo largo de los ocho días que duró la travesía por el Índico. Pero su condición de líder, hizo que el sur fuera más llevadero. Altadill indica incluso que el hecho de que el Team Adventure amarrara en Ciudad del Cabo para reparar una avería, cuando ambos veleros navegaron mano a mano por el Atlántico, propició una navegación en solitario, más tranquila, por el Índico. 'De seguir el duelo, uno de los dos habría tenido problemas', concluye.
Entre los vientos, las olas y el frío, la tripulación del Club Med tuvo un parentésis de bienestar cuando apareció en el barco un jamón ibérico. Philipe Bourguigon, director general del barco, lo había escondido en el interior del mástil en Barcelona.
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