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Crítica:20ª jornada de Liga | FÚTBOL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Celta pone fin a una racha de 10 partidos sin ganar

Cuando Sabino, en la recta final del partido, entregó el balón a Cavallero desde el punto de penalti, comprendió Osasuna que en Vigo se le escapaba una oportunidad irrepetible para engancharse a la Liga. Porque lo tuvo todo a favor el equipo de Lotina para mantener la distancia con el Celta, pero desaprovechó el carrusel de regalos con que el grupo de Víctor Fernández suele agasajar a sus rivales.

Puso el Celta fin a una de sus más tristes rachas que se le recuerdan en Primera porque la defensa de Osasuna se permitió una indecisión y allí estaba Mostovoi para rescatar a su equipo, que es lo que se espera de él. Después de diez partidos, el conjunto vigués vuelve a sumar tres puntos, pero con un juego tan deficiente que arrancó silbidos de las gradas. Más que puntos, al equipo le piden juego, y de eso ayer hubo poco: un regate de Mostovoi, un par de centros de Gustavo López y el gol; un tanto, eso sí, feo como él solo.

El partido arrancó histérico, con un tiro de Álex al palo y grandes dosis de prepotencia del Celta, al que hay dos formas de hacerle daño: enviarle balones al techo del área y presionarle a la defensa. Por primera vez en muchos partidos su rival no le buscó en los balones altos, y por eso se fue de Vigo sin marcar. Pero acertó en no concederle metros a la zaga para sacar el balón, y condenó al Celta al recurso de los necios: el pelotazo largo, para el que ni los delanteros ni el celtismo están preparados.

Consciente de sus limitados recursos, empleó Osasuna la presión con fe ciega, y como el Celta es un equipo partido en dos apenas pudo conducir la pelota con comodidad. La cuestión es que cuenta con gente en el ataque sobradamente capaz, a pesar del mal momento que más de uno está atravesando. Pero su zaga es un subproducto condicionado por las bajas incapaz tanto de defender como de organizar la salida del balón.

La única vez que profundizó Karpin por su banda el balón llegó al único futbolista capaz de resolver: Mostovoi. Cabría espera que el rival abriese huecos y el Celta sentenciase, pero no. Se dejó comer terreno, volvieron las indecisiones y comenzó a sufrir, que es lo suyo. El equipo de Lotina puso el agua al nivel del cuello del Celta hasta provocar un penalti de frenopático en una tontería de Yago. Sabino le devolvió el favor con un lanzamiento suave.

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