Radiografías
La más reciente encuesta oficial señala que el tema que más preocupa a los españoles es el terrorismo, seguido a poca distancia del paro. No es real. Son reales las respuestas, pero es artificial la creación del clima en que se producen. Aun teniendo un cadáver caliente desde ayer, aun en día de entierro y desgarramiento, convertir este fragmento de la historia de una nación en su tema principal es un triunfo de los asesinos y del Gobierno; unos matan y otros lo convierten en tema prioritario, en productor de unidades heterogéneas de protesta. En creador de pactos.
Participamos en ello singularmente los medios de comunicación, unos porque son especialmente sensibles, por sus personajes, al tema vasco y a la militancia antinacionalista; otros, por gubernamentales, y quizá alguno porque está en el círculo vicioso de atender a lo más sensible de la opinión con lo cual crea la opinión sensible al tema. La alternativa del Gobierno de situar por un lado la democracia, la libertad, el Estado de derecho y el imperio de la ley, y en el de enfrente el asesinato, es muy tentadora y bastante aproximada a la realidad, pero es demasiado grosera y se come todos los matices: tiene la apariencia suficientemente justa como para crear esa mayoría de opinión contabilizada y fabricar un ciudadano político que no es el ciudadano real.
El ciudadano político responde como debe, como en clase o en unas oposiciones y porque realmente odia el terrorismo como todos excepto los terroristas de acción o de mantenimiento. Pero cuando se despierta por la mañana, cuando habla con los suyos o con los menos suyos, son otros problemas los que le preocupan. Él tiene su primera página, también, en su consciente; y sus editoriales y sus titulares. Su otra vida, distinta de la que le contamos en los periódicos; sus tópicos naturales, personales, individuales, de español de verdad. El éxito del terrorismo es precisamente haber convertido su burda idea de nacionalismo en crimen, y el nacionalismo vasco, en la primera preocupación del español. Probablemente si a los nacionalistas vascos civiles se les hiciera la radiografía mental, también se encontraría que el terrorismo no es su primera preocupación, ni siquiera el nacionalismo. La disyuntiva 'el nacionalismo o la vida' sólo puede parecer cierta en el Congo o en Pakistán, en Israel, por decir países donde el ser nacional está en relación directa con la comida y el trabajo y el amor y el descanso y la sombra de la libertad y las leyes. No me parece que sea éste el caso.
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