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Reportaje:

Las promesas de paz del hijo de Kabila

El sucesor del asesinado presidente de Congo da señales de cambio para un país que se desangra en una guerra civil

Hace sólo una semana, el general Joseph Kabila todavía podía permitirse el lujo de sentarse con sus amigos y urdir un plan secreto con vistas a una anónima salida nocturna. Abstemio e introvertido, raramente se aventuraba a los clubes nocturnos de Kinshasa. Pero a menudo gustaba pasar unas cuantas horas en un bar ayudado por la complicidad de sus oficiales y deducía que la clave de la relajación se encontraba en dejar a sus dos guardaespaldas, armas incluidas, en la calle montados en su jeep Cherokee.Una vez conseguido esto, procedía a adentrarse en el bar solo, sabedor de que prácticamente nadie conocía su aspecto.

Hoy en día, el anonimato que describen sus más allegados dista mucho del lujo que se le presume al más joven jefe de Estado del continente africano. En la semana que ha transcurrido desde que su padre, y presidente de la República Democrática de Congo, Laurent Kabila, fuera sesinado, su hijo Joseph, de 31 años, ha sido nombrado su sucesor y heredado el Gobierno desorganizado de una nación enmarañada en la guerra y la pobreza.

Hasta ahora, las imágenes públicas de Joseph han sido escasas y muy controladas: grabaciones en vídeo de estrechamientos de manos, breves encuentros con embajadores de las potencias mundiales que habían llegado a irritarse en exceso con su hábil padre.

Sin embargo, ya ha comenzado a emerger un retrato superficial que indica que en temas cruciales hay esperanzas de que se den los pasos necesarios para resolver los dos años y medio de guerra civil que desangran a Congo.

'Joseph no quiere más luchas', asegura uno de sus allegados. Sin lugar a dudas, Laurent Kabila supuso el mayor impedimento para llegar a una solución pacífica en la guerra comenzada en agosto de 1998 para arrebatarle el poder. El acuerdo de paz que firmó en el verano de 1999 permanece incumplido en gran parte porque Kabila siguió desarrollando nuevas ofensivas a la vez que bloqueaba el despliegue de las fuerzas de paz de Naciones Unidas en el territorio controlado por su Gobierno.

Algunos diplomáticos que se han entrevistado con Joseph Kabila se agarran desesperadamente a la idea de que con Joseph las cosas van a cambiar. El pasado jueves fueron convocados los embajadores de EE UU, Gran Bretaña, Rusia, China, Francia y Bélgica, la antigua metrópoli de Congo. Redondeando la lista se encontraba Kamel Marjane, el tunecino que representaba al secretario general de Naciones Unidas y a la misión de paz de la ONU en Congo. Finalizada la ronda de consultas, los diplomáticos descubrieron que el joven de voz calmada les había dicho lo mismo a todos: 'Para que se reinstaure la paz, deben cumplirse todas las resoluciones del Consejo de Seguridad'. El nuevo líder de Congo quiere que las tropas de paz de la ONU se desplieguen, aseguró uno de los embajadores. La guerra, que consume más del 80% de los presupuestos gubernamentales, ha terminado con una economía que ya estaba arruinada cuando Kabila llegó al poder en 1997.

'Parecía muy seguro de sí mismo, muy seguro de lo que quería transmitir', dijo de Kabila uno de los embajadores. Joseph Kabila es el mayor de los diez hijos que el fallecido presidente tuvo con sus tres mujeres.

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