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Dumas lamenta durante el juicio llegar al final de su vida con el 'riesgo de un deshonor'

El ex ministro de Exteriores francés, Roland Dumas, negó ayer toda relación con las malversaciones de fondos en el grupo petrolero Elf. Ante el tribunal que le juzga por complicidad y encubrimiento en el presunto desfalco que supuso pagar 1.600 millones de pesetas a su amante, Christine Deviers-Joncour, por un trabajo indefinido, Dumas enfatizó que 'jamás' pidió que le contrataran. Tras evocar su papel en la historia al lado de François Mitterrand, dijo: 'Me rompe el corazón encontrarme aquí, al término de una vida que he hecho con esfuerzo. Correr el riesgo de un deshonor es una realidad que no se puede sostener'.

Dumas no desmintió por completo a su amante. Si ésta había sostenido que trabajaba 'de enlace' entre el ex número dos de Elf, Alfred Sirven (hoy fugitivo de la justicia) y el ministerio de Exteriores, Dumas reconoció que en Elf funcionaban 'dos estructuras, la tradicional y otra paralela'; y que Deviers-Joncours le traía mensajes, que no procedían del presidente oficial, Le-Floch Pigent, sino de Sirven.

Fueron dos horas y media de forcejeo entre la presidenta del tribunal, Sophie Portier, y el ex ministro y antiguo abogado. Pero nadie le preguntó en qué consistían los mensajes.

Presidenta. Usted sostiene que no influyó en el contrato de Christine Deviers-Joncour. Sin embargo, André Tarallo (ex director general de Elf) ha dicho que la contrató por deseo de Dumas...

Dumas. No, de Alfred Sirven.

Presidenta. De Sirven, sí; al que se lo habría pedido usted...

Dumas. ¡Jamás solicité nada a Tarallo!

Presidenta. Él no ha dicho que usted se lo pidiera, sino que no se opuso a una contratación pedida por Sirven, que creía procedente de una demanda ministerial.

Dumas. Repito, por mi honor: ¡Jamás pedí eso a nadie! (...) Yo no sabía lo que implicaba su contrato y no conocía su remuneración.

Presidenta. ¿Pensaba usted que ella lo hacía gratuitamente?

Dumas. ¿Eso le parece a usted naïf (ingenuo)?

Presidenta. Volvamos a lo que hacía la señora Deviers-Joncour en el Quai d´ Orsay...

Dumas. Bueno, me traía a veces algunos sobres. Era una emisaria, pero no de Le Floch-Prigent; más bien, de Sirven.

Presidenta. Entonces, la tarea desempeñada por la señora Deviers-Joncour... ¿diría usted que fue la de ocuparse de la mensajería... o más bien del secretariado?

Dumas. Ya se lo he explicado; interprételo usted como quiera.

El ex ministro de Exteriores describió su relación personal con su antigua amante: fue 'íntima, profunda' y 'recíproca', durante cuatro años. Pero 'no teníamos vida en común, en el sentido en que se entiende generalmente'.

Para explicarlo descendió a ciertos detalles: 'Yo no tenía las llaves del apartamento. Al llegar tenía que llamar al interfono. Un día, Christine me dijo: 'No subas, no estoy sola', lo cual no era difícil de comprender: el que estaba era Gilbert Miara'. Dumas aludía así a otro de los amantes de tan solicitada señora, que, sentado también en el banquillo de los acusados, esbozó una sonrisa.

Retribuciones

Y entonces intervino el fiscal, Jean-Pierre Champrenault, quien volvió a la carga a cuenta de la formidable retrobución pagada por Elf a la ex amante del ex ministro. El fiscal consideró extraño que Dumas desconociera los recursos con que contaba una persona con la que aquél compartía su intimidad. Y el ex ministro se revolvió contra él: 'Es fácil criticar la vida privada, pero si se mira un poco por todas partes, incluso en su casa, se encontraría sin duda cosas peores'.

También sacudió a las jueces instructoras, de las que dijo que habían estado más interesadas por unas cartas anónimas -esta causa empezó por una denuncia sin firma- que por averiguar la verdad. Y se quejó: 'Hace cuatro años, 48 meses, que vengo sufriendo la presión mediática'.

En cuando a las imputaciones de haberse beneficiado indirectamente del dinero pagado a su amante, el forcejeo terminó con preguntas sobre los botines Berlutti de 11.000 francos (275.000 pesetas) que la amante le regaló a Dumas. 'Ya se los he devuelto', contestó, rápido, Dumas. '¿Y el cuadro David y Goliath comprado a nombre de usted y pagado por ella?'. Y entonces se levantó la amante: 'Es mío, es la única obra de pintura contemporánea que me he regalado a mí misma', eximiendo así a Dumas. Continuará.

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