Boulez defiende la transgresión como motor de evolución musical
El compositor Pierre Boulez defendió ayer en Las Palmas de Gran Canaria la transgresión como 'motor esencial' que impulsa la creación y la evolución musical, en la que juega un importante papel el uso de las nuevas tecnologías, que suplen las limitaciones físicas de los intérpretes.
El compositor defendió el uso de las últimas tecnologías, porque permiten nuevas orientaciones y posibilidades, y destacó que lo esencial es 'comprometerse con los medios', así como trasgredir los límites de la ejecución humana a la hora de lograr mayor velocidad o intervalos musicales más cortos.
Para Boulez, los beneficios de la electroacústica radican en la posibilidad de utilizar el sonido instrumental con toda su vitalidad y poder 'manipular y hacer lo imaginable', ya que influye incluso en el espacio, que deja de ser fijo, debido a que la música ahora 'se desplaza por los altavoces'. El uso de las tecnologías, tras años de evolución, permite al instrumentista 'reencontrarse con la libertad', opinó el autor, que destacó que los intérpretes juegan un papel fundamental, ya que, si son 'perezosos, la música no se mueve'.
Curiosidad
En esta responsabilidad también implicó a las instituciones, que tienen que ofrecer novedades 'con regularidad', lo que no depende de que sea un organismo público o privado, sino de la 'personalidad que esté al frente, porque, si no es curiosa, la música no se mueve'.
En un encuentro con músicos, estudiantes y aficionados, organizado en el marco del XVII Festival de Música de Canarias, el compositor francés, que dirige estos días la Orquesta de París en el Auditorio Alfredo Kraus, fue definido por el musicólogo Juan Manuel Barrero como 'figura emblemática, siempre dinámico y hasta violento', 'cuya faceta de pensador está siempre presente'.
Boulez manifestó que su obra Pli selon pli, compuesta en los años sesenta e interpretada el lunes en el Auditorio Alfredo Kraus de Gran Canaria, fue radical desde el principio, ya que 'salió de una época de posguerra', y reconoció que después de los conflictos bélicos 'ha habido menos coraje', por lo que se preguntó 'quiénes serán los que tendrán valor para osar en el futuro', aunque reconoció un defecto: 'El dogmatismo exagerado y la sistemática tan rígida'.
El compositor abogó por un mayor contacto de las orquestas con el público y puso como ejemplo al Centro Pompidou, cuya afluencia de público es garante de su éxito.
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