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La resaca de la jornada | FÚTBOL
Columna
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Helguera y el modelo Keane

Santiago Segurola

El caso de Helguera corresponde a un jugador que ha traspasado en apenas un mes la frontera que separa a un futbolista de acompañamiento de otro con un papel capital. Por lo que parece, se encuentra en un momento crucial de su carrera, a punto de ingresar en el círculo de poder del Madrid, si por tal se entiende al reducido grupo de jugadores indispensables. O sea, Hierro, Roberto Carlos, Raúl y Figo. Hay un acuerdo unánime en la importancia que ha cobrado. Lo dice la crítica, los compañeros, los rivales, y lo diría Del Bosque si no lo considerase una imprudencia.

Su progresión se ha producido en unas circunstancias difíciles. No hace mucho, había levantado la voz contra su condición de suplente. Se quejó fuera de tiempo y manera. Tampoco le ayudó el interesado goteo de rumores sobre presuntas ofertas del Manchester, Arsenal y Barcelona. Aquello sonaba a maniobra de extorsión. En el capítulo estrictamente futbolístico había dudas sobre su verdadera ubicación. ¿Defensa? ¿Centrocampista? Hasta hace bien poco, el mejor Helguera había funcionado como libre. A las pruebas de la pasada Copa de Europa había que remitirse. En mediocampo le costaba remar en mar abierto, interpretar los rígidos códigos que se aplican en la sala de máquinas del juego, erigirse en referencia segura.

Había material suficiente como para pensar en un foco conflictivo. Por eso resulta más notable el salto que ha dado Helguera. Se ha ganado el reconocimiento general, y en unas circunstancias desfavorables. Helguera ha demostrado fibra para jugar y para sobreponerse a las dudas y los prejuicios. Tras ganar el primer desafío -nadie se atreve a discutir su importancia en el equipo-, ahora se encuentra ante un reto fascinante: la posibilidad de articular el Madrid durante los próximos años.

Raro es el gran equipo que no cuenta con un jugador básico en el medio campo, en el escenario donde se mueven los hilos del juego tanto en el aspecto defensivo como en el ataque. Nadie puede olvidar el papel de Guardiola en el Barça, de Mauro Silva en el Deportivo y en el Brasil campeón del Mundial 94, de Deschamps en la selección francesa, de Rijkaard en el Milan y Ajax, de Roy Keane en el último gran Manchester. Por muchas diferencias de estilo que les separe, todos tienen en común su decisiva presencia en sus equipos.

Helguera está todavía por probar, por forjarse una identidad, pero sus condiciones obligan a pensar en una especie de Roy Keane. Es decir, un medio centro enérgico, desinhibido, atento a saltar por sorpresa hacia el ataque -protegido por el otro pivote-, con tiro largo -algo de lo que carecen el resto de los centrocampistas del Madrid- y un criterio razonable en la distribución. En fin, un émbolo que empuja a su equipo sin desfallecer. Esto es lo que representa Keane en el Manchester. Y a eso debería aspirar Helguera. Si lo consigue, su salto no estará solo relacionado con el prestigio. También tendrá que ver con la historia del Madrid.

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