El Rayo se estrella

Las Palmas eligió la destrucción para lograr algo de lo que pocos pueden presumir: puntuar en el campo del Rayo. El equipo canario decidió que lo mejor era olvidarse del juego y dejar cualquier cosa que tuviera que ver con el balón para Eloy, Oulare y Pablo Lago. Los demás, a apretar los dientes y aguantar. Y vaya si aguantaron.

Jamás se sintió cómodo el Rayo, incapaz de romper la poblada retaguardia canaria, con cinco defensas y tres centrocampistas, dos de claro corte defensivo, que apenas dejaron resquicios.Las Palmas, además, jugó siempre con el viento a su favor. El empate le bastaba, y eso ya lo tenía de salida. Keller, con un error garrafal que el ex rayista Pablo Lago no pasó por alto, les puso aún mejor las cosas.

Con el 0-1 todo dependía ya del Rayo. Le salvó su rápida reacción. En menos de diez minutos Bolo cazó una pelota dentro del área y, a trancas y barrancas, la envió a la red. A partir de ahí, el partido fue de dirección única. El Rayo, hacia adelante, y Las Palmas, hacia atrás, cada vez más dentro de la cueva. El acoso fue constante, como el vuelo del balón sobre las cabezas de los jugadores, pero el Rayo no encontró una puerta abierta.

El partido, de tan angustioso, se convirtió en un barullo, aunque haya tipos que siempre encuentran tiempo para un detalle de clase. Luis, por ejemplo. Apuraba el Rayo el descuento y, pese a que un jugador de Las Palmas se había quedado tendido en el área, nadie tiraba el balón fuera. Hasta que llegó a los pies de Luis, que lo lanzó a la banda. Sus compañeros se echaban las manos a la cabeza, y el público se preguntaba si estaba en sus cabales. Fue la exquisita guinda de un encuentro de saldo.