_
_
_
_
SAQUE DE ESQUINA | FÚTBOL | La jornada de Liga
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Que viene El Loco

En un primer momento, la noticia tenía todo el aspecto de superchería: el Boca Juniors, el más apasionado de los equipos argentinos, estaba dispuesto a traspasar a Martín Palermo, el más fogoso de los purasangres porteños. ¿Adónde? Al Villarreal, un esforzado pero modesto club español. ¿Sería posible?

Horas después llegaba El Loco Palermo con su disfraz de insomne. Atrapado en la modorra del jet lag asomó por la manga del aeropuerto con su melena dorada y su inconfundible paso de león. Luego movió la cabeza a un lado y a otro con una mezcla de curiosidad y desorientación, como todas las fieras recién desenjauladas. Perseguido por una jauría de reporteros que le clavaban los micrófonos en la garganta y deslumbrado por las duras luces de Barajas, acertó a dar media docena de respuestas protocolarias. En resumen dijo que era muy feliz, que agradecía el esfuerzo económico y que, naturalmente, che, lo daría todo por su nuevo equipo.

No era necesario pedirle explicaciones ni tomarle juramento. El Loco es uno de esos tipos bragados que sólo se reconocen a sí mismos bajo la tormenta. Muchos de sus colegas se han especializado en mentir como candidatos. Muestran la pelota, la cortejan, la esconden y se la llevan al primer descuido. Por el contrario, El Loco no entiende de rodeos; mitad búfalo, mitad elefante, busca sin demora el camino más corto hacia la portería. Mide el espacio que le separa del gol, fija la mirada en la yugular del portero y tiene dos únicas preocupaciones: derribar obstáculos y ganar tiempo. Como todos los grandes arietes de la prehistoria, él ha nacido para jugar a la carga.

Por eso conviene aclarar las cosas desde ahora mismo y decir que en realidad es un futbolista seco y áspero que no ha surgido de la joyería de Bochini, sino de la fragua de Batistuta. Aplica una sola regla: cuando el enemigo descuida la retaguardia, cuando se abren espacios a la espalda del defensa, se hincha como un toro y parte la cancha por la mitad.

Más allá del entusiasmo, su estilo raya en la desesperación. Sobre sus cualidades bien podríamos abrir un debate tan extenso como quisiéramos. Reconozcamos que quizá carezca del punto de exquisitez que distingue a los cracks de galería: ni es un innovador, ni tiene pretensiones estéticas ni exhibe un repertorio de genialidades. Todos sus recursos están en la primera página del manual.

Su único argumento empieza y termina en la cuenta de resultados. Será muy loco, pero, al margen de la paridad del dólar, él vale veinticinco goles por temporada.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_