Otro ciclo en el Palau
La actuación de la orquesta Franz Liszt se enmarca dentro del ciclo Solistas Internacionales que está llevándose a cabo en la Sala Rodrigo del Palau y que contará con la presencia del Wiener Brahms Trio (6 de febrero), Joshua Bell (22 de febrero), Cuarteto Alban Berg (20 de febrero) y The English Concert (4 de marzo). El coste de las entradas es sensiblemente más bajo que el de la Sala Iturbi, y ello redunda en la presencia de un público más joven y -a veces- más interesado en la renovación del repertorio.
Aunque no sería esta última motivación, desde luego, la que llenó la sala en la sesión que comentamos. De las cuatro obras programadas, dos pertenecen a los best sellers de la música de cámara: Mozart, con su Pequeña Música Nocturna y el Schubert de La Muerte y la Doncella. Esta última, según el arreglo que hizo Mahler (la versión original es para cuarteto). Ambas partituras son tan hermosas que resisten la audición reiterada a la que usos y costumbres nos tienen habituados. No puede olvidarse el elevado número de Köchel (525) de la primera, que nos enfrenta a un Mozart en su etapa final, donde la gracia del dieciocho envuelve auténticas cargas de profundidad. Ni la tensa ansiedad del Cuarteto de Schubert, ansiedad que no desaparece en la versión de Mahler, aunque quizás no le añada nada y resulte innecesaria. En las otras dos obras, (Concierto para piano nº 14 de Mozart y Malediction de Liszt) intervino Michel Dalberto, cuya técnica pianística, potente y arrebatada, no acababa de cuadrar con las dimensiones (pequeñas) de sala y orquesta. El Preludio de Debussy ofrecido como bis abundó en lo mismo: necesidad de más limpidez en el sonido y sutileza en la interpretación.
Franz Liszt Chamber Orchestra
Franz Liszt Chamber Orchestra. Director y concertino: Janos Rolla. Piano: Michel Dalberto. Obras de Mozart, Liszt y Schubert. Palau de la Música, Sala Rodrigo. Valencia, 18 de enero.
La orquesta Franz Liszt puede tocar a Mozart, lo cual ya es mucho decir, porque el compositor de Salzburgo es implacable: su transparencia y esencialidad revelan enseguida cualquier defecto en la ejecución. Otra cosa es el concepto interpretativo. Mozart puede ser más diáfano y luminoso, Schubert (al menos aquí) más acerado y angustioso. Ambos pueden sonar más modernos, pero también ambos resistieron la lectura que de ellos se hizo.
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