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VISTO / OÍDO
Columna
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Inmigrantes, adopciones

El retorcimiento de las leyes para hacerlas peores es una característica de este Gobierno, y al decir gobierno incluyo a la gente del PP que tiene cargo y poder: o que aspiran a tenerlo. Cuando legislan contra alguien, terminan odiándole y aumentando su persecución hasta lo inverosímil. La petición del PP a los alcaldes de su partido para que se nieguen a empadronar a los inmigrantes de sus municipios, o sea que les nieguen el derecho a médico y escuela, es simplemente una maldad más que ni siquiera está autorizada por la ley. Los otros alcaldes no van a hacerlo, sino que se atendrán a una ley que ya es dura: a menos que Zapatero crea que debe tener un movimiento más de cortesía hacia el Gobierno.

Lo que están haciendo con esa pobre gente que busca apenas nada, no morir de hambre a la intemperie y trabajar todo lo que desean los empresarios no siempre bondadosos, es un terrorismo. Quiero decir que desde que embarcan en casi balsas de náufrago hasta que tratan de huir de los guardias en la costa, y a veces mueren, viven el terror que muchas veces se cierra con la repatriación. Pero parece que el racismo es más profundo. Yo sé que hay una parte del pueblo que se siente amenazado por los que llegan: pobres contra pobres.

También hay un juez: el que quita un niño a sus padres de acogimiento que son blancos, porque, siendo ella hija de una gitana y un guineano, se va a sentir mal en otro ambiente. Gitanos con gitanos, negros con negros, blancos con blancos. Lo interesante es la argumentación: es una protección a la personita que se va a sentir desarraigada. Como los inmigrantes africanos, que por mucho que crean van a estar a disgusto entre blancos, sobre todo si son del PP.

También se puede insistir una vez más en que si los sistemas que manejan a los inmigrantes son horribles, los que regulan las adopciones también lo son. En España y fuera de ella. El sistema de compraventa es mejor: los padres que entregan reciben al menos una ayuda y el niño va a parar a gentes que lo desean de verdad y que tienen el dinero suficiente como para adoptarlo. Ah, el dinero: tampoco los sistemas de adopción se los dan a pobres. Estudian la 'idoneidad' de quienes adoptan: o sea, sus posibilidades económicas.

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