Arroyo augura que el IVAM perderá reputación si se deja arrastrar por la parafernalia de Ciscar
El artista plástico Eduardo Arroyo criticó ayer con dureza el proyecto de la Bienal de Valencia, impulsado por la directora general de Promoción Cultural y Patrimonio Artístico, Consuelo Ciscar, al que califico de 'broma pesada'. Asimismo, alertó de que si el IVAM 'se deja arrastrar por la parafernalia que se está montando en Valencia
Más allá de Madrid, Valencia es la ciudad española con la que Arroyo presume de tener más relación. Se remonta a los años en que vivía exiliado en París, a través de Manolo Valdés y Rafael Solbes, que conforman en ese momento el Equipo Crónica, y se refuerza con su relación con el escultor Andreu Alfaro. Arroyo siempre ha considerado Valencia 'una ciudad muy italiana', 'con mucha vitalidad, fuerza y empuje', por lo que siente como propio lo que en ella ocurre. 'Es una ciudad', asegura, 'que es muy importante porque tiene un museo muy importante Para Arroyo, el IVAM, 'afortunadamente hasta ahora', ha seguido su trayectoria a pesar de los cambios políticos y de 'unos episodios lamentables' que no quiere recordar trufados con 'amenazas bastante importantes'. Sin embargo, tiene una serie de reparos respecto al futuro del museo, 'si se deja arrastrar por la parafernalia que se está montando en Valencia con respecto al arte, impulsada por Consuelo Ciscar'.
Arroyo desconfía del proyecto de la Bienal de Valencia, que cuenta con un presupuesto previsto de 900 millones y que está dirigido 'por un señor Pese a la inquietud que le provocan nombramientos como los de 'una señora que hasta ahora había dirigido la publicidad de una casa de perfumes y maletas, que ha sido convertida en la relaciones públicas del museo', Arroyo se muestra optimista y cree que el IVAM resistirá. 'Kosme de Barañano se dará cuenta de que el museo tiene que estar fuera de todas estas aventuras absurdas que se están preparando. Barañano tiene la obligación de resistir a las presiones que se están empezando a manifestar contra el museo', sentencia.
Arroyo considera que la Bienal de Valencia 'está hecha por desaprensivos' relacionados con el marketing y la moda, que persiguen que uno de los cinco grandes capítulos del evento esté dedicado a dar la posibilidad de hacer arte a siete estilistas. 'La cosa es tan ambiciosa y tan fantástica', augura, 'que va a necesitar 3.000 millones de pesetas para financiarse'. A Arroyo le parece 'muy angustioso' que en Valencia se recupere a 'una especie de caradura con suerte, que es Acchille Bonito Oliva, desprestigiado en el mundo entero, al que lo único que le interesa es trincar'. 'Esta bienal es una broma pesada', se duele.
El pintor conceptúa la apuesta cultural de la Generalitat valenciana como ficticia: 'Es una especie de exasperación de lo espectacular'. En ese sentido, afirmó que 'dar demasiada importancia al artista que tiene un pasaporte valenciano es peligroso', sobre todo cuando 'con el erario público valenciano se han paseado por el mundo las exposiciones de Yoko Ono, que como todo el mundo sabe ha nacido en Mislata y el padre en Paterna', bromea.
Arroyo, que ha terminado un manuscrito que se llamará El trío Calaveras, en el que reflexiona de forma literaria sobre Goya, Walter Benjamin y el Byron boxeador, inauguró ayer una interesante exposición en la galería Rosalía Sender de Valencia, en la que ha seleccionado 'pequeñas cosas' que no tienen nada que ver con los cuadros grandes que está haciendo ahora. 'Son pequeñas llamadas a lo que estoy haciendo', resume. Pese a su profusión literaria y sus incursiones en las coreografías operísticas, Arroyo se considera 'solamente un pintor'. 'Ya es bastante complicado, sobre todo en esta época en que la pintura cada vez está más denostada', remata.
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