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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Efecto y causa

Tanto el ministro de Defensa español, Federico Trillo, como el Comité de Jefes de Servicios Médicos de la OTAN (Comeds) descartaron ayer la existencia de un síndrome de los Balcanes. Coincidieron en que no hay relación de causa a efecto entre el uso de munición con uranio empobrecido y las enfermedades detectadas en algunos soldados que han servido en la zona. Éstas son conclusiones abiertas. Antes de cerrarlas, la OTAN realizará un amplio estudio epidemiológico entre los 34 Estados que tienen o han tenido tropas en Bosnia o Kosovo, y Defensa impulsará en España la creación de un Comité de Expertos Civiles y Militares, que estudiará la situación con más exámenes y análisis.

No cabe descartar que otros productos, especialmente algunos metales pesados empleados en la fabricación de proyectiles, tanto de las fuerzas occidentales como de las serbias, pudieran tener efectos nocivos. Los estudios encargados habrán de revelarlo. Hay que recordar que en 1991, tras la guerra del Golfo, y en 1999, tras la de Kosovo, los militares de EE UU advirtieron a sus mandos y a los de las fuerzas aliadas sobre 'posibles riesgos' derivados de manipular restos de esta munición y otros materiales. Como señaló ayer la oposición, la OTAN no ha recuperado su credibilidad informativa en este asunto, en el que es juez y parte.

Trillo no hizo ayer el más leve esfuerzo de solidaridad con el departamento que dirige, al escudarse tras la suposición de que las advertencias circularon entre los militares, pero que por su falta de importancia no llegaron al Gobierno hasta marzo de 2000. Muy diferente ha sido la actitud de sus colegas belga o alemán, que reconocieron disponer de esa información desde julio de 1999. ¿Por qué no sucedió aquí otro tanto? Queda por saber si las tropas españolas fueron informadas de estos pormenores en las instrucciones recibidas sobre cautelas a tomar.

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Salvo unos porcentajes indicativos de que dispone de más datos, Trillo sigue sin dar una cifra concreta de cuántos de los 27.000 soldados españoles que han servido en los Balcanes se han visto aquejados de enfermedades atípicas, mientras que la Oficina del Defensor del Soldado apunta a un total de 16, cinco de ellos ya fallecidos. El mensaje básico de ayer salió de boca del presidente del Comeds, el general belga Van Hoof: aunque no haya indicios de 'enfermedad atípica vinculada a los Balcanes', es imperativo 'atender a las preocupaciones de salud del personal militar'.

La falta de relación probada de causa a efecto no debe llevar a excluir posibles compensaciones a los enfermos o fallecidos. Incluso si no hay fundamento para hablar de un síndrome de los Balcanes, el Estado no debe dejar que el peso de la enfermedad de los ex soldados recaiga únicamente sobre sus familias. No es la mejor forma de atraer a candidatos, ya de por sí escasos, a una tropa profesional que cumple con brillantez un difícil cometido en Bosnia y en Kosovo.

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