El escote de Venus eclipsa el tenis
El atrevido vestido de la mayor de las Williams delata el interés de las marcas por convertir las pistas en pasarelas
'New year, new fashion', 'año nuevo, moda nueva'. Y la historia recomienza. El Open de Australia de tenis se está convirtiendo en los últimos años en un auténtico banco de pruebas para las marcas de ropa deportiva, que presentan allí sus últimas novedades. La cuestión no tiene apenas trascendencia en el apartado masculino, pero la tiene toda en el femenino.Con Venus Williams, de 20 años, se han superado. La estadounidense ha aparecido con un modelo que ha revolucionado el torneo. Ayer disputó su primer partido en Flinders Park y saltó a la pista con un vestido de tres piezas: una falda negra, un top ceñido azul hasta la altura de los pechos y una especie de sostén negro por encima de ellos. Algo rarísimo que dejaba espacio a un escote que se iba abriendo a medida que el punto avanzaba.
La atracción del modelo acabó por subyugar a los espectadores y la mayoría de los fotógrafos, que se preguntaban con insistencia en qué preciso momento acabaría por bajarse el top. Y lo que resultaba incluso morboso para quienes estaban viendo el partido en directo o por televisión se convirtió en una pesadilla para la jugadora, que no paraba de recolocarse la prenda al final de cada punto.
Algunos analistas aseguraron que ése fue uno de los motivos por los que Venus, campeona de Wimbledon, del Open de Estados Unidos y de los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, perdió una manga frente a la española María José Martínez. Sin embargo, acabó ganando por 6-3, 2-6 y 6-0 e imponiendo su superior calidad. 'No creo que eso haya influido', negó luego la norteamericana; 'el vestido me gusta mucho y estoy segura de que me lo seguiré poniendo'.
Sentada en una de las butacas del vestuario, Martina Hingis, la número uno, siguió el partido de Venus por televisión y aseguró que nunca se pondrá un vestido parecido. 'No sé si se trata de una de sus creaciones', comentó la suiza, que también pasó cómodamente a la segunda ronda; 'acaba de firmar un contrato con Reebok y debía aparecer con algo nuevo'.La mayor de las Williams llegó a finales de año a un acuerdo con Reebok para renovar su contrato por cinco años por la nada despreciable cifra de 8.000 millones de pesetas. Venus, que estudia diseño en Florida, suele participar en la confección de los modelos que utiliza -no en el de ayer, afirmó-. Reebok le prepara varias colecciones a lo largo del año. La más espectacular -un color para cada partido- la reserva para el Open de su país, que se disputa entre agosto y septiembre.
Sin embargo, esta temporada la marca estadounidense ha dado el primer golpe en Australia. Su estrategia de mercadotecnia no olvidó elegir el espacio más idóneo para incrustar el anagrama de la marca: justo en la zona pectoral central del top. 'Es difícil superarnos en este aspecto', dijo Serena Williams, con un modelo bastante más discreto; 'somos originales'.
El diseño de Venus fue el más atrevido de los que se presentaron en las pistas de Melbourne, convertidas en una auténtica pasarela. Hingis apareció con un modelo de Adidas de dos piezas: una falda negra y una blusa blanca brillante con una manga larga y otra corta. La francesa Mary Pierce incorporó a su atuendo los tonos rosados. 'Creo que es formidable que la gente se interese por la ropa que llevamos', confesó la campeona del Roland Garros del año pasado; 'es una expresión de tu personalidad cuando estás en la pista'.
Sin embargo, algunos puristas del tenis están comenzando a levantar su voz aduciendo que lo menos trascendente en el circuito femenino es el juego. Y la prueba más evidente de ello es el caso de Ana Kurnikova. Desde que la rusa hizo su aparición, con 14 años, en 1995, la estrategia de Adidas, la marca que la potenció desde sus inicios, fue convertirla en una sex-symbol. Y el éxito del intento es evidente: Kurnikova, que también presentó un nuevo modelo en Australia -amarillo chillón, a juego con las zapatillas, muy ajustado, pero mostrando menos carne-, es probablemente, la tenista más conocida del mundo y una de las que más dinero ingresa cada temporada aunque todavía no haya ganado ningún torneo.
El circuito femenino ha cambiado. Las directrices implantadas por sus dirigentes en los últimos cinco años lo han convertido en un espectáculo que sobrepasa el círculo estrictamente tenístico.
La estrategia de subir las faldas para lograr un mayor atractivo y de convertir a las jugadoras en personalidades del mundo social, unidas a la aparición de figuras tan frescas y extravagantes como Kurnikova, las hermanas Williams, Hingis, Pierce o las jóvenes promesas Dementieva, Clijsters, o Mauresmo no sólo han salvado económicamente el tour, sino que lo han potenciado incluso por encima del masculino, a punto de perder a sus dos jugadores más carismáticos: los estadounidenses Agassi y Sampras.
'Nuestro circuito es el líder en el deporte femenino profesional', asegura Bart McGuire, director ejecutivo del Sanex WTATour; 'en 2000 logramos el récord de 4.100.000 espectadores en nuestros torneos y conseguimos audiencias televisivas espectaculares. La final del Open de Estados Unidos entre Davenport y Venus fue el acontecimiento deportivo más visto aquel día en ese país, con un rating de 5,8. Y la final de Wimbledon, con las mismas tenistas, fue vista por más de 13 millones de personas'.
El tenis femenino es un negocio que navega viento en popa. Y, vistos los resultados, parece difícil que se produzca un cambio de dirección en la estrategia.
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