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Crítica:FÚTBOL | 18ª jornada de Liga
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Athletic rompe el maleficio

El conjunto rojiblanco sume a la Real en una profunda depresión con dos goles de Etxeberria

Diez años después, el Athletic ganó a la Real Sociedad en su territorio. Todo un acontecimiento, aunque mitigado por la enorme fragilidad de un rival que, por más vueltas que dé a la noria, siempre acaba en el mismo sitio. La condición de colista pesó mas que la estadística a la que se agarra la Real cada vez que se enfrenta al Athletic. Al término del partido, la depresión era absoluta en Anoeta: si la Real no gana ni por decreto ley (como ocurría cada vez que se enfrentaba al Athletic), ¿qué se puede esperar de un equipo y un club en crisis? Dos jugadas de Etxeberria (las dos que hizo en todo el partido) le mandaron al infierno. Dos jugadas y una dosis adecuada de organización en el Athletic, que, por vez primera en la temporada, no se descompuso en la segunda mitad y fue invirtiendo poco a poco en la defensa lo poco que había gastado en el ataque.

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A simple vista y a pesar de la maldición que le acompaña en cada una de sus citas en Anoeta, el Athletic se desinhibió con mayor facilidad de las urgencias del partido. Su situación no es buena, pero aún no amenaza ruina. Las bajas (siete en el día de ayer) tampoco pesan en su ánimo porque se ha acostumbrado a vivir con ellas. Así que llegó al partido con las ideas claras, aunque no brillantes. Lo suficiente para someter a su rival a un estado de nervios que le atenazó todo el encuentro.

La Real es una sombra de sí misma, un conjunto apocado en el que los futbolistas huyen del balón y, más que moverlo, se lo quitan de encima en un tránsito absurdo y exasperante. El modelo de Toshack se atisba en el horizonte: muchos centrales y mucho toqueteo en la zona defensiva para acabar permanentemente con un pelotazo de Loren, ya que nadie, en el centro del campo, sale a su encuentro. Muchos centrales para tocar, pero pocos para defender. Etxeberria les robó la cartera en los dos goles cuando estaba rodeado de contrarios. El exceso de defensores no gantiza una mejor cobertura.

Al Atheltic le convino el fútbol de la Real. Su principal temor radicaba en el juego aéreo. Las lesiones han destrozado su retaguardia. Los cuatro defensas que alineó Rojo en Anoeta no alcanzan los 180 centímetros. Toda una invitación a jugadores poderosos, como Jankauskas, Khokhlov o Loren. Pero la fuerza aérea realista se desarollaba en balones frontales, aquéllos que facilitan la labor de los defensores y permiten utilizar al portero con garantías.

Así que el Athletic vivió con cierta comodidad un partido que nacía con mal fario. Lacruz comió la moral a Jankauskas y Orbaiz y Vales se fueron creciendo a medida que el partido consumía minutos en el reloj. Al final, se diría que los tres alcanzaban los dos metros de estatura y que sus medidas oficiales eran un auténtico error estadístico.

A la Real le faltaban ideas y al Athletic le bastó una: juego de toque, rápido, y apertura a los costados. Con eso se las arregló para adelantarse en el marcador e interiorizar que probablemente estaba ante su gran día: el de la histórica victoria sobre la Real y el de su primer triunfo a domicilio en la temporada.

La Real sólo existió en el arranque de la segunda mitad, cuando el corazón suple la falta de argumentos y cuando al menos se contagia al graderío un punto de esperanza y se promueve en el rival un cierto temblor. Todo derby debe tener un momento caliente. En 10 minutos ocurrió de todo. Que la Real encerrase al Athletic en su área, que en un contragolpe Etxeberria fuera derribado por Pikabea en el área, que Orbaiz despejase con la mano un centro lateral y que De Pedro cabeceara al poste de un atribulado Lafuente. En las jugadas conflictivas, el árbitro huyó de la responsabilidad del partido. Cuando Etxeberria volvió a ridiculizar a los tres centrales realistas, la Real huyó de todo y coleccionó pelotazos inservibles mientras el público de Anoeta viraba hacia la puerta de salida.

El Athletic se fue con la lección aprendida: a falta de buen fútbol (lo hizo a ratos), mantener el orden y la calma es un buen sustituto de carencias ante un rival pobre. La Real tuvo una lectura muy distinta: ya no puede apelar a la tradición. Era el partido mas señalado de la temporada, ése que hermana al equipo y la afición, además de ofrecer tres puntos valiosos y lo perdió. ¿Y ahora qué queda por hacer?

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