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Reportaje:Espionaje en Irlanda del Norte

UN 'TOPO' ALEMÁN EN BELFAST

Isabel Ferrer

Una de las operaciones más curiosas del espionaje contemporáneo, protagonizada entre Irlanda del Norte, la República Checa y Alemania por un agente germano en estrecha colaboración con las autoridades británicas, acabó desbaratada a principios de los noventa por culpa de un error policial no menos peculiar. Infiltrado con éxito en las filas del Ejército Irlandés de Liberación Nacional (INLA, en sus siglas inglesas), el espía en cuestión tendió una trampa a Hugh Torney, jefe del estado mayor del grupo terrorista, que fue incluso detenido en Stuttgart tras haber comprado un cargamento de explosivos. Para sorpresa del topo alemán, que había cumplido con creces su misión de quebrar la cúpula de la banda criminal, una supuesta falta de pruebas llevó a la policía a dejar libre al sospechoso y echarle del país en un tren con destino a Francia.

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La accidentada aventura del espía burlado por sus propios compatriotas de las fuerzas del orden comenzó hacia 1993. Haciéndose pasar por miembro de un grupo extremista germano denominado Células Revolucionarias, y después de haber hecho profesión de fe por la causa del republicanismo norirlandés, el agente se ganó la confianza del INLA. Sus jefes, Hugh Torney y Gino Gallagher, gente curtida en atentados mortales y en rencillas internas igualmente sangrientas, le hicieron partícipe de sus planes para iniciar una campaña de terror en Irlanda del Norte. Antes de lanzarse a la calle necesitaban una buena carga del explosivo Semtex, que pensaban adquirir en territorio checo.

En el mejor estilo del espionaje tradicional, el infiltrado se mantenía en estrecho contacto con la jefatura del MI5, así como su homólogo alemán, el Bundesamt für Verfassungsschutz, al tiempo que pretendía colaborar con Hugh Torney y los suyos. No era ésa, de todos modos, la parte más delicada de su misión. Tras una reunión a finales de julio de 1994 entre el espía, Torney y Gallagher donde calcularon la cantidad de Semtex y detonadores que comprarían, se decidió que el nuevo socio germano viajara también a la localidad checa de Pilsen. Su labor sería de apoyo; un refuerzo para Torney y su socio, Sean Green, en el momento de la compra del fulminante. Una vez cerrado el trato, un tercer ayudante se encargaría de transportar la carga a Irlanda para no levantar sospechas.

A la vuelta de dicha misión, y ya en Alemania, el enviado de Londres y Bonn debía jugársela del todo y facilitar la detención de los paramilitares en un escenario familiar para los espías: una estación de ferrocarril. A continuación huiría sin dejar rastro. Cualquier coartada le hubiera sonado a excusa al INLA.

Según el rotativo británico The Times, que se ha hecho eco del relato y asegura conocer la identidad del espía, la operación se desbarató en el último momento casi en los andenes de la estación de Stuttgart. Alertados de la llegada de tan especiales viajeros, policías armados hasta los dientes detuvieron a Torney y Green a las puertas del tren. Hasta ahí , la misión del espía estaba saliendo según lo previsto. Horas después del arresto, sin embargo, las cosas cambiaron por completo. A pesar de haber comprobado que los terroristas portaban casi tres millones de pesetas restantes de la compra del explosivo, la comisaría local resolvió que carecía de pruebas concluyentes para acusarles de delito alguno.

'Aunque la policía alemana había sido servida con dos terroristas del INLA cogidos por sorpresa, no hubo forma de que los retuviera', lamentaría luego en un informe confidencial el infiltrado. La versión del Bundesamt für Verfassungsschutz sería incluso más dura. En otro escrito secreto, el espionaje germano aseguró que la policía de Stuttgart no pudo evitar 'dar un suspiro de satisfacción' cuando los dos paramilitares fueron introducidos en un tren camino de Francia. Truncada la detención, Torney organizó una serie de atentados en Irlanda del Norte entre cuyas víctimas se cuenta una niña de nueve años. Green, por su parte, fue encargado de enviar cartas bomba a varios líderes unionistas de la provincia, David Trimble y Jeffrey Donaldson incluidos. Para el espía comenzaría una fuga sin fin desde que sus jefes le dijeran que un miembro de INLA había recibido la orden de matarle.

A pesar de hallarse aún en paradero desconocido, su suerte ha sido bien distinta a la de Torney. Después de 25 años esquivando a la muerte, éste fue cosido a balazos en 1996 tras un ajuste de cuentas en sus filas. Green fue condenado a cinco años de cárcel en julio de 1999 por haber ordenado la campaña de la correspondencia explosiva. Cuarenta y dos días después sería liberado gracias al acuerdo de excarcelación anticipada de los terroristas enmarcado en las discusiones del plan de paz para Irlanda del Norte.

Si bien las peripecias del topo germano que se jugó la vida al infiltrarse en el INLA servirían de guión a cualquier película del género, la agitada vida de Hugh Torney, el terrorista al que delató, le va a la zaga. Apodado Bola de Billar por su manía de llevar dos bolas de dicho juego metidas en un calcetín para defenderse, cuando se sentó en el tren que le trasladaría a Francia desde Stuttgart había escapado ya a cuatro atentados contra su vida en Irlanda del Norte.

Recio y con los principios marxistas a flor de piel, tenía 17 años cuando se unió al IRA en Ballymurphy, al oeste de Belfast. Herido por un soldado británico que le detuvo por llevar un revólver, en 1975 se pasó a las filas del INLA. Una decisión que le valió un intento de asesinato por parte de sus antiguos correligionarios. Doce años después, una disputa en el seno de su nuevo partido le dejó de recuerdo un balazo en la mano. Dos de sus amigos no lo contaron. En 1994, el Ulster Volunteer Force, otra banda rival, erró un nuevo intento de acabar con él. Para entonces, Torney era ya jefe del estado mayor del INLA. Tres años después, el IRA declaró un alto el fuego, tregua secundada por el INLA, aunque sin reconocerlo en público.

Detenido por sorpresa en Dublín por la policía irlandesa cuando iba cargado de armas, intentó ganarse la libertad condicional a base de anunciar la polémica tregua que tanto había dividido al INLA. Consciente de que su gesto no sería perdonado, Torney ordenó el asesinato de Gallagher, su compañero de viaje a Pilsen, junto con el espía germano. Condenado antes de poder reaccionar contra su amigo de toda la vida, Gallagher cayó ensangrentado en la cola del paro en Belfast. La respuesta de los que habían sido compañeros de ambos no se hizo esperar. Dessie McCleery, segundo de Torney, pagó con su vida mientras comía pizza en Belfast. A partir de entonces, la muerte de Torney era sólo cuestión de tiempo. Le llegó en 1996, a los 42 años, al poco del entierro de McCleery. Sus antiguos amigos le llenaron de plomo en una emboscada.

Marxistas y republicanos

Escindido en 1974 del IRA, el Ejército Nacional de Liberación Irlandés (INLA) ha mantenido siempre como un honor sus principios marxistas. En realidad, sus miembros se proclamaban marxistas y luego republicanos norirlandeses y de ahí que forjaran estrechos lazos con otros grupos terroristas de la extrema izquierda internacional. Action Directe, en Francia, y la sección de espionaje de la OLP conocida como Al Fatah figuraban al principio entre sus aliados. Esta última les ha facilitado además la obtención de armamento durante años. Cuando el espía germano infiltrado en las filas del INLA aseguró formar parte de las Células Revolucionarias, los dirigentes norirlandeses no pestañearon. Uno de sus miembros más veteranos había mantenido contactos con dicho grupo e incluso tenía una compañera que militaba en la banda utilizada como tapadera por el topo al servicio del espionaje anglo-germano. Pero la conexión alemana no acaba ahí. En los años ochenta se creó un Comité de Solidaridad entre activistas germanos e irlandeses encargado de proporcionar armas y explosivos procedentes de Oriente Medio al INLA a través de Alemania. Según The Times, en una redada organizada por la policía germana fueron descubiertos parte de los explosivos de fabricación soviética utilizados por el grupo terrorista para asesinar, en marzo de 1979, al entonces portavoz conservador para Irlanda del Norte, Airey Neave. Amigo personal de Margaret Thatcher, el político pereció en el acto cuando su coche fue explosionado a distancia junto a la Cámara de los Comunes. Como el atentado ocurrió después del golpe policial, se supone que fue posible gracias a la entrada ilegal en el Reino Unido de medio kilo del mismo explosivo requisado en Alemania. Pocos años después, el INLA perpetraría uno de sus atentados más sangrientos en una discoteca de Belfast. Once soldados de permiso, cinco mujeres y un adolescente volaron por los aires al estallar una bomba colocada en el interior. Hace sólo tres años, un intento de sabotear la carrera de caballos del Gran Nacional fue evitado a tiempo por la policía.

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