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Reportaje:

La 'maldición de la séptima'

El éxito ha abandonado a la mayoría de los madridistas que en 1998 se proclamaron campeones europeos

Del Real Madrid al Mónaco pasando por el Inter y el Chelsea en año y medio. La peregrinación de Panucci ilustra la errática trayectoria de muchos de los futbolistas que en 1998 dieron al Real Madrid su séptima Copa de Europa. Ellos acabaron con 32 años de obsesiva espera y entraron en la historia del madridismo como héroes. Aquella plantilla marcaría una época, se decía. Dos años y medio después sólo nueve siguen en el equipo. Los demás intentan reeditar lejos aquella gloria. Casi todos, sin éxito.

'No estoy en mi mejor momento. Pero lo más importante es volver a jugar', admitió Panucci al presentarse en Mónaco. Sus palabras podrían firmarlas Dani, que apenas juega en el Barcelona; Seedorf, contestadísimo en el Inter; Suker, cuesta abajo en el West Ham y en la selección croata, o Mijatovic, desaparecido en el Fiorentina.

En realidad, el primero de los triunfadores en enfilar la salida fue el entrenador, Jupp Heynckes. Todo un síntoma. Al día siguiente de los fastos, el club le pagó 400 millones de pesetas -200 por la temporada y otros tantos por el finiquito- y le puso en la calle. De inmediato, sonó como seleccionador alemán, pero rechazó el cargo y en abril de 1999 fichó por el Benfica, que le despidió en septiembre.

Aquel verano del 98 se retiró Chendo, ahora delegado del conjunto, mientras que Cañizares no llegó a un acuerdo para su renovación y fichó por el Valencia y Dani y Víctor recalaron respectivamente en el Mallorca y el Racing. Meses más tarde, Amavisca aprovechó el mercado de invierno para huir del ostracismo y enrolarse también en el cuadro cántabro.

Al que mejor le va es a Cañizares, que ha vuelto a jugar una final de la Liga de Campeones y es indiscutible en el Valencia. Tampoco Víctor se puede quejar: deslumbró en el Racing y se marchó más tarde al Deportivo, con el que ganó la pasada Liga. A medio camino de ellos se encuentra Dani, que se anotó la Supercopa española y jugó la final de la Recopa con el Mallorca, pero que desde que llegó al Barcelona no tiene continuidad.

Los españoles, principales damnificados al principio, dieron más tarde el relevo a los extranjeros. 'Hoy es Suker. Mañana puedo ser yo', vaticinó Mijatovic al anunciarse la marcha del croata el 20 de mayo de 1999, a un año justo de la séptima. El autor del gol de la victoria sobre el Juventus se quedó corto. El Madrid despidió a Suker, con la excusa de que faltó a tres entrenamientos en siete días, tras llegar a un acuerdo con el jugador, que pagó 300 millones por su carta de libertad. Sin coste alguno, Suker fichó por el Arsenal. Ahora actúa de vez en cuando en el West Ham.

Cumpliendo su pronóstico, Mijatovic siguió los pasos de su amigo y un mes después cruzó también la puerta tras una gris temporada. Su destino fue el Fiorentina, que pagó 2.000 millones. 'En el Madrid he pasado los mejores años de mi carrera', dijo. Tiene razón. En Italia, en gran parte por las lesiones, sólo ha sido una sombra. A Italia se fue igualmente Seedorf, quien, tras meses de enfrentamientos con John Toshack, se fue hace poco más de un año al Inter por 3.900 millones.

Panucci también lo hizo. Tras el título europeo, continuó en el Madrid una campaña más, pero pronto se le colocó la etiqueta de transferible. Entonces apareció el Inter con los 2.000 millones de su cláusula de rescisión. Una vez en él, su choque con Marcello Lippi le hizo perder la titularidad y emigrar. Reclamado por Gianluca Vialli, se fue, cedido, al Chelsea, pero, al llegar Claudio Ranieri, se vio otra vez relegado. Impaciente, no ha querido esperar y se ha ido, asimismo cedido, al Mónaco.

Jaime, que se fue al Deportivo y luego al Racing, y Fernando Sanz, el hijo de Lorenzo Sanz, el presidente de la séptima, que sigue en el Málaga, pero que en este curso aún no ha debutado, completan la nómina de los que tuvieron que abandonar aquel Madrid poco después de la gran victoria.

Los últimos en entonar el adiós, ya con la octava en el bolsillo, han sido Redondo, por el que el Milan pagó 3.000 millones y que no se ha estrenado por culpa de una lesión, y Karembeu, traspasado por 600 millones al Middlesbrough. Con ellos incluso se tuvo que marchar Sanz, derrotado en las urnas electorales por Florentino Pérez.

De los supervivientes, Illgner ha pasado a ser el tercer portero, tras Casillas y César, y Sanchis apura su retirada. En mayor o menor grado según las circunstancias de cada uno, Hierro, Karanka, Roberto Carlos, Guti, Savio, Morientes y Raúl son los únicos a salvo de aquella maldición.

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