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Tribuna:
Tribuna
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La encrucijada eléctrica

El proyecto de fusión de Endesa e Iberdrola debe valorarse por sus implicaciones empresariales y sectoriales. En el primer apartado, la operación crearía un gran grupo con importantísimos intereses en Latinoamérica y con capacidad de gestión para competir en nuevos proyectos. Esto no es nuevo. Las compañías eléctricas de todo el mundo tratan de ganar tamaño mediante concentración para adaptarse y sobrevivir en un mercado más competitivo. En Alemania, la fusión de Veba y Viag ha creado la mayor eléctrica privada del mundo. En ese mismo país, RWE y VEW han anunciado su integración con el objetivo de convertirse en un grupo multi-utility.

Endesa e Iberdrola por separado son perfectamente opables. Si no ha ocurrido hasta ahora sólo ha sido por las implicaciones políticas y los riesgos que supondría entrar sin el plácet del Gobierno en un sector fuertemente regulado. Pero ¿qué argumentos hay en contra del desembarco de grupos foráneos cuando las españolas han apostado por la misma diversificación internacional? Es evidente la conveniencia de mantener la sede social y el centro de gestión de empresas.

En el ámbito sectorial, no es casualidad que el planteamiento de la fusión se produzca en un momento en que parece estar en cuestión el modelo regulatorio del sector, ya que la opción de la fusión se ofrece como un instrumento de dinamización. Frente a la absorción de Hidrocantábrico por Unión Fenosa, que eliminaba un competidor que ha sido especialmente beligerante en términos de competencia, la propuesta actual lleva implícita la entrada de agentes con recursos suficientes para que su apuesta por el mercado español sea creíble. Las eléctricas europeas han mostrado gran interés en comprar.

Con independencia de la idoneidad de la estructura del sector, el análisis de la operación debe valorar sus efectos sobre la competencia en las actividades abiertas al mercado. La renovación del parque de generación impondría un ritmo de entrada de nuevos agentes más lento y con una intensidad mucho menor que la que posibilita la desinversión de 16.000 MW (más del doble de la potencia conjunta actual de Fenosa e Hidrocantábrico) propuesta por Endesa e Iberdrola. El procedimiento de desinversión (centrales a vender, potenciales compradores, determinación de los precios, implicaciones para los CTC) es crítico, y deberá estar controlado por el Servicio de Defensa de la Competencia y, en su caso, de la Comisión Europea.

Las desinversiones permitirían la entrada de dos nuevos agentes con una potencia similar a la de Fenosa. Aunque el número de operadores no sea la única variable determinante del nivel de competencia, no cabe duda de que un aumento, manteniendo constante la cuota del primer operador, no implica un deterioro frente a la situación de partida.

La propuesta en distribución supone desprenderse de cuatro millones de clientes. La cuota de mercado de Endesa-Iberdrola en distribución peninsular, frente al 82% que suman ambas, sería, tras la desinversión, del 62%. Hasta ahora, la comercialización ha estado muy vinculada a la distribución. De ahí el riesgo de que la posición de Endesa-Iberdrola en distribución cercene la competencia en comercialización. Sin embargo, habría que analizar hasta qué punto la imbricación entre ambas actividades es el resultado de la ausencia de generadores independientes. La cobertura de riesgos que supone tener centrales y clientes impulsará a los entrantes en generación a buscar contratos para cubrirse de las variaciones del precio del pool.

En teoría, el libre acceso a la distribución garantiza la neutralidad en relación con los segmentos abiertos a la competencia. En la práctica hay que eliminar los problemas de asimetría de información sobre los consumidores en relación a los nuevos entrantes. Para ello, la actual normativa pone en manos del regulador la posibilidad de hacer accesible a los comercializadores la información sobre consumidores cualificados. Por otra parte, la venta de redes supondría al menos un nuevo distribuidor como referencia adicional de comparación de costes y de eficiencia.El proyecto de fusión de Endesa e Iberdrola debe valorarse por sus implicaciones empresariales y sectoriales. En el primer apartado, la operación crearía un gran grupo con importantísimos intereses en Latinoamérica y con capacidad de gestión para competir en nuevos proyectos. Esto no es nuevo. Las compañías eléctricas de todo el mundo tratan de ganar tamaño mediante concentración para adaptarse y sobrevivir en un mercado más competitivo. En Alemania, la fusión de Veba y Viag ha creado la mayor eléctrica privada del mundo. En ese mismo país, RWE y VEW han anunciado su integración con el objetivo de convertirse en un grupo multi-utility.

Endesa e Iberdrola por separado son perfectamente opables. Si no ha ocurrido hasta ahora sólo ha sido por las implicaciones políticas y los riesgos que supondría entrar sin el plácet del Gobierno en un sector fuertemente regulado. Pero ¿qué argumentos hay en contra del desembarco de grupos foráneos cuando las españolas han apostado por la misma diversificación internacional? Es evidente la conveniencia de mantener la sede social y el centro de gestión de empresas.

En el ámbito sectorial, no es casualidad que el planteamiento de la fusión se produzca en un momento en que parece estar en cuestión el modelo regulatorio del sector, ya que la opción de la fusión se ofrece como un instrumento de dinamización. Frente a la absorción de Hidrocantábrico por Unión Fenosa, que eliminaba un competidor que ha sido especialmente beligerante en términos de competencia, la propuesta actual lleva implícita la entrada de agentes con recursos suficientes para que su apuesta por el mercado español sea creíble. Las eléctricas europeas han mostrado gran interés en comprar.

Con independencia de la idoneidad de la estructura del sector, el análisis de la operación debe valorar sus efectos sobre la competencia en las actividades abiertas al mercado. La renovación del parque de generación impondría un ritmo de entrada de nuevos agentes más lento y con una intensidad mucho menor que la que posibilita la desinversión de 16.000 MW (más del doble de la potencia conjunta actual de Fenosa e Hidrocantábrico) propuesta por Endesa e Iberdrola. El procedimiento de desinversión (centrales a vender, potenciales compradores, determinación de los precios, implicaciones para los CTC) es crítico, y deberá estar controlado por el Servicio de Defensa de la Competencia y, en su caso, de la Comisión Europea.

Las desinversiones permitirían la entrada de dos nuevos agentes con una potencia similar a la de Fenosa. Aunque el número de operadores no sea la única variable determinante del nivel de competencia, no cabe duda de que un aumento, manteniendo constante la cuota del primer operador, no implica un deterioro frente a la situación de partida.

La propuesta en distribución supone desprenderse de cuatro millones de clientes. La cuota de mercado de Endesa-Iberdrola en distribución peninsular, frente al 82% que suman ambas, sería, tras la desinversión, del 62%. Hasta ahora, la comercialización ha estado muy vinculada a la distribución. De ahí el riesgo de que la posición de Endesa-Iberdrola en distribución cercene la competencia en comercialización. Sin embargo, habría que analizar hasta qué punto la imbricación entre ambas actividades es el resultado de la ausencia de generadores independientes. La cobertura de riesgos que supone tener centrales y clientes impulsará a los entrantes en generación a buscar contratos para cubrirse de las variaciones del precio del pool.

En teoría, el libre acceso a la distribución garantiza la neutralidad en relación con los segmentos abiertos a la competencia. En la práctica hay que eliminar los problemas de asimetría de información sobre los consumidores en relación a los nuevos entrantes. Para ello, la actual normativa pone en manos del regulador la posibilidad de hacer accesible a los comercializadores la información sobre consumidores cualificados. Por otra parte, la venta de redes supondría al menos un nuevo distribuidor como referencia adicional de comparación de costes y de eficiencia.

Arturo Rojas es socio director de Analistas Financieros Internacionales.Arturo Rojas es socio director de Analistas Financieros Internacionales.

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