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Tribuna:COYUNTURA ESPAÑA
Tribuna
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Buenas noticias para la inflación

En la columna del pasado domingo les adelantaba mis previsiones de inflación para 2001, señalando que ésta bien podría situarse por debajo del 2% a finales de año. Dado el escepticismo con que algunos lectores han acogido dichas previsiones, no suficientemente argumentadas en el escaso espacio disponible, creo que este punto merece algo más de atención.

Entre los factores que han hecho acelerarse la inflación en los dos últimos años, algunos son inherentes al propio funcionamiento de la economía española, como la presión de la demanda sobre un sistema productivo al límite de su capacidad; la insuficiente competencia y flexibilidad de los mercados de bienes, servicios y factores productivos, y el escaso avance de la productividad, que, al contrario de lo sucedido en EE UU, no ha podido compensar los aumentos de los costes laborales, aunque éstos hayan sido moderados. Pero, junto a estos factores, y con un impacto mayor, se han situado otros poco o nada controlables, de carácter volátil o de procedencia externa. Algunos de estos factores han empezado a corregirse de forma más rápida de la prevista: el euro ha iniciado el cambio de tendencia con una intensidad sorprendente.

Otro componente del IPC que debe evolucionar positivamente es el de los alimentos sin elaborar

En cuanto al precio del petróleo, las previsiones de los expertos hasta hace poco más de un mes eran que se mantuviera por encima de los 30 dólares el barril durante el invierno, descendiendo posteriormente hasta estabilizarse en torno a 25 dólares. Sin embargo, en diciembre ya ha descendido por debajo de 25 dólares y bien podría situarse en torno a 20 dólares a finales de 2001. Bajo esta hipótesis y la de que el euro mantenga su línea ascendente, hoy las más probables, la tasa interanual del componente de energía del IPC (14,6% en noviembre) podría registrar signo negativo a partir de la próxima primavera y cambiar su aportación positiva a la inflación total de un punto porcentual ahora a otra negativa de medio punto a finales de 2001. Esto tendría, además, efectos indirectos sobre los precios del resto de bienes y servicios de signo contrario a los observados en el pasado año, posibilitando un cambio de tendencia en la inflación subyacente, que se situaría en torno al 2,6% en diciembre de 2001 (2,9% en noviembre).

Otro componente del IPC que debería evolucionar positivamente es el de los alimentos sin elaborar, cuya tasa actual del 6% se sitúa cercana a los niveles máximos alcanzados en los años 1994-1995, de fuertes sequías. Su aportación actual a la inflación de unas siete décimas porcentuales podría reducirse a menos de la mitad a finales de año, si bien en los meses más próximos puede aumentar por el efecto de la crisis de las vacas locas sobre los precios de las carnes. Junto a los factores anteriores, la desaceleración de la demanda interna y externa, la liberalización de las telecomunicaciones y la bajada de las tarifas eléctricas también contribuirán a la moderación de los precios.

Ello es previsible también para el resto de la zona del euro, lo que puede cambiar el signo de la política monetaria del BCE (la Reserva Federal ya lo ha hecho), haciendo más rápido y menos costoso el proceso de ajuste iniciado en la segunda mitad del pasado año.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigación Económica y Social (Funcas).

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