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Aresbank, un problema político y financiero

Los socios árabes del banco intentan forzar una segunda ampliación de capital para salvar a la entidad de la quiebra

Íñigo de Barrón

Aresbank no es un banco como se entiende normalmente. Tiene menos de 2.500 cuentas corrientes, 414 depósitos a plazo concedidos y muy poca actividad en el mercado interbancario. A pesr de estar en pérdidas, desde el punto de vista del riesgo no supone ningún problema para el Fondo de Garantía de Depósitos', explica un alto ejecutivo bancario, buen conocedor de la entidad. Los restantes datos públicos del Banco Árabe Español (Aresbank) corroboran estas afirmaciones: tiene cuatro oficinas y 65 empleados.

Sin embargo, en las últimas semanas ha dado mucho que hablar esta pequeña entidad, cuyo consejo de administración aprobó el miércoles pasado una ampliación de capital de 5.500 millones de pesetas (33 millones de euros) para evitar su quiebra.

El 60% del capital de la entidad está controlado por los bancos públicos de Libia y Kuwait
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Los antecedentes de esta preocupante situación se remontan a un embargo que Aresbank hizo de una promoción inmobiliaria en Marbella, a nombre de Daylong Island, por importe de 1.500 millones de pesetas. Esta promotora presentó una demanda al considerar que la finca tenía un valor más elevado, lo que hizo que el citado juzgado impusiera a la entidad financiera una fianza de unos 13.200 millones de pesetas, una cifra superior a los recursos propios del banco, por lo que existía riesgo de quiebra. La entidad ya ha depositado más de 1.400 millones de pesetas. El plazo para la presentación de los 11.800 millones restantes requeridos por el juzgado de Marbella cumplían el pasado 29 de diciembre, aunque el tribunal decidió aceptar las garantías de pago ofrecidas por la entidad y retrasó hasta el viernes pasado la presentación de la documentación acreditativa.

Un origen extraño

Aresbank nació en 1975 con el objetivo de fomentar las relaciones comerciales entre Libia y Kuwait en plena crisis del petróleo. Como es lógico, una entidad nacida con un objetivo tan particular y con una presencia tan importante de los poderes públicos de España y de estos países árabes estaba abocado a todo tipo de avatares políticos (ver apoyo).

En la actualidad, el 60% del capital está controlado por los bancos públicos de Libia y Kuwait, cada uno con el 30%, mientras que el Crédit Populaire de Algérie mantiene un 6%. La entidad cuenta además con accionistas españoles, como son el BBVA, con el 16,67%; la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), con el 7,33%; el Banco Atlántico, con el 6,67%, y el BSCH, con el 3,33%.

El agitado pasado de Aresbank parace perseguir a esta entidad porque también la grave situación actual es atípica. 'Un banco puede caer por su mala gestión en los riesgos asumidos, pero que esté a punto de la liquidación por realizar un embargo de manera improcedente no deja de ser sorprendente', explican fuentes cercanas al consejo.

El hecho es que el lunes 15 de enero se reunirá el consejo de administración para intentar que los socios aporten 6.500 millones de pesetas más a los recursos propios de la entidad. Los socios españoles se resistirán 'todo lo que esté en nuestras manos porque es una invesión sin visos de ser recuperada en el corto plazo', comentan desde un banco presente en el capital. Ante esta negativa, los accionistas árabes, que controlan el 66% del capital, podrían asumir la ampliación, con lo que ellos aumentarían su participación a costa de la presencia española. Esta situación podría presentar una dificultad política, que no financiera. ¿Aceptará el Banco de España que los accionistas libios y kuwatíes incrementan más su control sobre el banco? Los bancos españoles presentes en el consejo creen que el banco emisor no es partidario de esta solución, por lo que insisten en la liquidación de Aresbank y terminar con el problema. Pero tampoco este camino está despejado. ¿Por qué? Tanto el Gobierno de Libia como el de Kuwait tienen importantes lazos económicos y personales con el Estado español. Ambos gobiernos insisten en la necesidad de seguir adelante con Aresbank y, además, con una nueva inyección de capital. Los socios españoles condicionan la nueva aportación a un realista plan de viabilidad que presente Luis Vañó, presidente del banco, y el resto de sus gestores. Éste será uno de los puntos del orden del día de la próxima reunión del 15 de enero, pero hay muchas dudas de que se pueda plantear algo convincente en un mercado tan competitivo como el español.

En lo único que todos los consejeros están de acuerdo es que la entidad necesita más recursos propios si quiere seguir con sus puertas abiertas. En caso de que no haya nueva aportación de capital ni de unos ni de otros, quedaría la solución de compromiso: utilizar parte de un crédito de 18.000 millones de pesetas que concedieron los propios accionistas hace años. Para la ampliación de la semana pasada ya se utilizaron 5.500 millones de esta partida, por lo que quedan disponibles 12.500 millones de pesetas. Los gestores de la entidad no son partidarios de hacer uso de esta partida porque creen que debilitaría 'aun más el balance de Aresbank'.

Este laberinto financiero y político tiene varias salidas, aunque todas ellas complicadas. Desde el punto de vista del negocio, la más posible es volcar Aresbank en la gestión de las importaciones de crudo árabe y las exportaciones de bienes de equipo españoles a Libia, Kuwait y Argelia. Aunque, como aseguran fuentes cercanas al consejo, 'para hacer eso basta con una buena oficina de representación y sobra toda la parafernalia de un banco'.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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