Un buen trabajo
De nuevo el Taller de Ópera, a la vez que permite hacer prácticas a los estudiantes de canto, sirve como paliativo para el hambre de ópera que existe en la ciudad: las ocho representaciones de estas Navidades están siendo, de momento, la única ocasión de ver ópera representada -las versiones de concierto son otra cosa-. Para justificar esta carencia se acude normalmente al tópico de lo caro y minoritario que es el espectáculo. ¿Pero no lo son también, acaso, el cine de calidad, el teatro, o la creación y mantenimiento de los museos? ¿Alguien, en su sano juicio, puede creer que subsistiría, sin subvenciones, alguna infraestructura cultural?
En cualquier caso, si el Taller de Ópera sirve para aliviar la frustración de los aficionados es porque, a pesar de tener unos objetivos prioritariamente didácticos, reúne unos mínimos de calidad que lo convierten en un espectáculo grato, tanto en el aspecto escénico como en el musical. Haciendo de la necesidad virtud, la parquedad del presupuesto y las limitaciones del espacio -la sala Rodrigo no reúne las condiciones necesarias para hacer ópera- han impuesto una economía de medios, una concisión y una eficacia bien encomiables. Cierto es que deberían haberse eliminado los crujidos del escenario, verdaderamente molestos, y que resultan discutibles algunas soluciones escénicas, como la reiterada aparición del hijo de Suor Angelica antes del momento final. Pero estuvieron muy bien resueltos los números de conjunto y el final de Gianni Schicchi, mezclando en tono festivo los personajes de las dos óperas y proporcionando así un elemento más de unidad al espectáculo.
El reparto vocal varió según las fechas, pero -al menos en lo que respecta al día 30- fue prometedor. Al tratarse de cantantes jóvenes que están realizando sus primeras experiencias frente al público, resulta lógico que no hayan terminado de redondear los registros extremos y que no dominen todas las sutilezas estilísticas. Sin embargo, en términos generales, las prestaciones fueron muy satisfactorias, y su dinámica como actores -especialmente en Gianni Schicchi- resultó estupenda.
En todo ello fue muy importante la batuta de Ibrahim Yahizi, quien, a pesar de su juventud, controló bien orquesta y escena, utilizando aquella para subrayar y comentar el entramado dramático, así como para proporcionar con habilidad las sugerencias ambientales y el color que Puccini siempre requiere.
Suor Angelica y Gianni Schicchi Minerva Moliner, Gloria Sánchez, Jacqueline Squarcia, Isidro Anaya, Santiago Santana, Elena Makarova, Yolanda del Pino, Carmen Avivar, Sandra Ferrández, Carmen Claure y otros miembros del Taller de Ópera. Orquesta Sinfónica del Mediterráneo. Director Musical: Ibrahim Yazici. Director de Escena: Jaime Martorell. Técnica Vocal: Ana Luisa Chova. Obras de Puccini. Palau de la Música. Valencia, 19, 21, 26 y 28 de Diciembre; 2, 4 y 7 de Enero.
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