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Tribuna:LA PAZ EN LOS BALCANES
Tribuna
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¿Es Dayton parte de la solución para Bosnia?

El proceso de paz en Bosnia va más despacio de lo previsto y, en opinión de los autores, existen serias dudas sobre la viabilidad y la estabilidad de este país

y AYAKI ITOSe cumplió, a finales de noviembre, el quinto aniversario de la firma del tratado de paz de Dayton que puso fin a la guerra de Bosnia-Herzegovina. No queremos dejar pasar la oportunidad de opinar sobre un proceso de paz que no sólo va mucho más despacio de lo inicialmente previsto por los analistas políticos, sino que arroja serias dudas sobre la viabilidad y la estabilidad de Bosnia en el futuro.

Dayton tiene el mérito de haber logrado llevar la paz tras tres años de contienda (1992-95) que dejó como secuelas 200.000 muertos, el 65% de la población desplazada (más de dos millones), 65% de las viviendas destruidas y una profunda división social en tres bloques étnicos: bosnio-musulmanes, serbios y croatas organizados, respectivamente, alrededor del SDS, el HDZ y el SDA.

Tiene, además, el valor añadido de contentar parcialmente a los bosnios que habían logrado que Bosnia sobreviviera como Estado; a los croatas, que controlaban el 20% del territorio a pesar de ser sólo el 14% de la población, con una estructura paraestatal intacta, y a los serbios que lograron que su entidad monoétnica se perpetuara legalmente en el tratado de paz como un quasi-Estado dentro de Bosnia.

Dayton supone un compromiso forzado entre las tres facciones combatientes que renuncian a continuar la guerra a cambio de la aceptación por parte de la comunidad internacional del status quo de 1995, el reconocimiento de las conquistas territoriales por las armas y su legalización en el tratado de paz.

Jurídicamente, el tratado es notablemente avanzado ya que incorpora los textos internacionales de derechos humanos a la legislación nacional y establece el derecho absoluto al retorno para refugiados y desplazados.

Además crea una telaraña de organismos internacionales que deben velar por su cumplimiento con las competencias divididas entre la OSCE, Naciones Unidas, OTAN y el Alto Representante, que cuentan con más competencias que los propios gobernantes bosnios.

El problema es que Dayton no debe de ser evaluado únicamente desde una perspectiva filosófica, sino desde el ángulo de la realidad y de sus resultados efectivos que lleva produciendo durante los últimos cinco años.

Desde esta óptica el acuerdo de paz divide territorialmente el país en bloques étnicos, crea tres idiomas donde antes había uno y autoriza la existencia de tres ejércitos que utilizan el 35% del presupuesto del país. En definitiva, legaliza los resultados de la limpieza étnica llevada a cabo durante la guerra y permite continuar la consolidación de los bloques étnicos por medios políticos, donde las minorías son ampliamente discriminadas en su propio país.

Desafortunadamente, y a pesar de que Bosnia ha recibido más ayuda internacional per cápita que ningún otro lugar del mundo, el retorno de refugiados se ha producido en porcentajes mínimos, sólo el 15% de las viviendas se han retornado a sus propietarios legales, sólo 100.000 de las 400.000 viviendas destruidas han sido reconstruidas y la rampante discriminación étnica contra las minorías infecta todos los estratos de la sociedad, desde los medios de comunicación a la administración de la justicia, pasando por la educación, el empleo y la policía.

La comunidad internacional ha hecho menos que poco para desmontar la maquinaria xenófoba y corrupta de los partidos ultranacionalistas, HDZ, SDS del criminal de guerra Radovan Karadzic y SDA, y lo mismo se puede decir de las inexistentes iniciativas para la reconciliación, lo que inmediatamente condiciona el oscuro porvenir bosnio.

Cinco años después cabe formular un número de preguntas sobre la viabilidad y el futuro de Bosnia como país cuando la división étnica y la dependencia de la ayuda exterior son evidentes y hay una predisposición por parte de la comunidad internacional a usar los mecanismos existentes con una cautela casi timorata. ¿Cómo es posible que la OSCE siga organizando costosas elecciones en las que los ultranacionalistas son los únicos vencedores? ¿Cómo se puede justificar que sólo un 20% de los desplazados hayan retornado a los lugares de los que fueron expulsados? ¿Puede presentarse como un éxito que en cinco años de paz sólo el 15% de las viviendas hayan sido devueltas a sus propietarios? En procesos organizados por la comunidad internacional, ¿se ha hecho todo lo legalmente posible para garantizar la igualdad de derechos de las minorías o se han sacrificado, como en el inefable proceso de privatización, estos principios ante la aplastante lógica de los hechos consumados, aunque sea mediante el crimen? ¿Abogó la comunidad internacional prematuramente por el retorno de refugiados antes de haber resuelto las causas o neutralizado a los individuos que provocaron la limpieza étnica? ¿Es legítimo que aquellos actores internacionales que tienen los medios para cambiar la situación den excusas para legitimar sus dudas y hablen de "fatiga de los donantes"?

Con la apertura política en Croacia y la caída de Milosevic en Serbia resulta paradójico que Bosnia, donde la comunidad internacional ha concentrado sus esfuerzos durante un lustro, sea el principal reducto de xenofobia en los Balcanes, más aún después de las últimas elecciones organizadas por la OSCE. Y nada hace prever horizontes optimistas en el futuro.

El futuro de Bosnia pasa por la adopción efectiva de los valores fundamentales de la democracia y de los derechos humanos en un marco regional no sólo balcánico, sino europeo, aunque los analistas coinciden en que la eventual entrada de Bosnia en el Consejo de Europa es por el momento imposible ya que el número de demandas bloquearía el Tribunal de Estrasburgo. Lo que sí parece claro es que un Estado basado en uno o más regímenes de apartheid no tiene futuro.

¿Está fallando el desarrollo del tratado de paz o es que Dayton era irrealizable por el número de condicionantes que imponía? ¿Era erróneo el punto de partida?

¿Hasta cuándo va a seguir Dayton siendo intocable? ¿Hasta cuándo van los principales criminales de guerra, como Karadzic, a seguir siendo venerados por los cómplices silenciosos de la limpieza étnica? ¿Hasta cuándo va la población bosnia a posponer el debate sobre lo ocurrido en los últimos diez años? ¿Va a retrasarse mucho más la necesaria creación de una Comisión de la Verdad que fuerce la catarsis moral de los que no se opusieron a la expulsión y el exterminio de sus vecinos?

Dayton agota sus virtudes con rapidez si no es plenamente realizado.

Siendo evidente que la comunidad internacional, que posee los medios materiales y legales para no autosatisfacerse con resultados pírricos, no tiene la menor intención de resolver activamente esta situación, deberían considerarse las posibilidades de futuro de Bosnia y considerar una revisión de Dayton que aboliera las entidades, suprimiera los tres ejércitos dejando la defensa exterior a la OTAN, se cancelara el calendario electoral hasta que los derechos de las minorías estén garantizados efectivamente y aprovechar ese impasse para fortalecer Bosnia como Estado en lugar de apoyar atajos que sólo aceleran su desintegración.

La comunidad internacional debería estudiar detalladamente las conclusiones que sobre la vecina región de Kosovo ha establecido la Comisión Independiente, que, sintetizando, concluye que sin la creación de condiciones para el pleno desarrollo democrático las causas que provocaron el conflicto se enquistan y condicionan el futuro pacífico, amenazando con una nueva confrontación. El patrón parece encajar en los parámetros bosnios.

Así, el futuro de Bosnia pasa por la adopción de medidas firmes y efectivas que favorezcan la reconciliación, participación y la integración de los diferentes actores, en lugar de favorecer la lógica de la dictadura de las mayorías locales y de los hechos consumados.

José María Aranaz y Ayaki Ito han trabajado en Bosnia.

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