Sexo y caspa en la red
Sexo en Internet: entre el Orgasmatrón de Woddy Allen y el botiquín de la señorita Houstom
La segunda palabra más buscada en la red es "sexo", después de "MP3". Doce millones y medio de internautas visitan mensualmente las páginas de sexo en la red. Doy mi palabrita del Niño Jesús que hoy, por vez primera, me sumo a esta cofradía incesante de buscadores, sitios, páginas, dominios, servidores y porno-navegadores. Y todo porque el dibujante me ha advertido que ahí dentro hay un follón de padre y muy señor mío, que convendría poner un poco de orden en esa industria "excesivamente atomizada" (creo que el diagnóstico se lo ha robado a Josu Jon Imaz en su análisis perenne sobre el sector audiovisual vasco), "lo ideal -propone- sería crear un acceso único, un macro- hiper-mega-acceso, una madre de todos los ero-portales, un verdadero mamut, una Disneylandia del sexo virtual". Inicio, pues, este surfeo con vocación de entomólogo y mi mejor espíritu auditor.Siempre es recomendable empezar por el principio, así que tecleamos "sexo" y salen más de tres mil direcciones. Esto es como Alicia en el País de las Maravillas, persiguiendo obstinada al conejo blanco, clic que te clic, una página detrás de otra: El Jardín del Placer, Very hot links, Voyeurdorm, Topmodels...
Si nos atenemos a las chicas diez del Top diré para, abreviar, que casi todas ellas -y en especial Cyndy Crawford- tienen un gran parecido con la Real Doll, que más que una muñeca sexual es una Dolly, una replicante. Está esculpida en silicona, es de tamaño natural y pesa 55 kilos. Nada que ver, por supuesto, con esos chalecos salvavidas que venden en las sex-shop como material sumiso e hinchable. Es la Rolls Royce de las muñecas sexuales, el último furor de la red, penetrable por todas partes, menos por una: el conducto auditivo, según informan. Es como un hermoso tiburón: tiene lengua, mandíbulas que se abren y dientes. El envío promete utensilios para lubricación y limpieza y su precio varía: un millón si se trata de la body-3 y algo más si es la body-4, "de talla más grande, vagina más abultada y clítoris más prominente".
Qué miedo. Francamente no es mi tipo. De manera que a otra cosa mariposa. Clic hacia !Huuuuuuummmm! Allí recibe una señorita extranjera manifiestamente recauchutada. Sin apenas tiempo para las presentaciones, empieza a hablar de su gato con la familiaridad de esa vecina viuda a la que conoces de toda la vida. Dice que se le ha muerto el minino y que se encuentra muy triste y deprimida. Esta chica debe estar completamente loca. En primer lugar cuenta esa estúpida historia del pobre gato que a nadie le importa un comino. Qué desatino, qué abuso de confianza. Y en segundo lugar : ¿Qué hace ahí completamente desnuda pidiendo consuelo, cuando ni siquiera sabemos cómo se llamaba su gato?
Es un truco engañoso. Empiezan hablando del mizifú y acaban presentándote a su señora madre, y aquí el gentío no viene a eso. Vean si no a la señorita Houston.com. Ésta no se anda con chiquitas. Va directamente al grano. Un día decidió colocar a 620 entusiastas en fila india y se los pasó uno a uno por la red, a dos minutos y medio por barba. Lo grabó todo y convirtió su web en una auténtica guewería . Desde entonces le sobran contenido y visitantes. En estos instantes su página debe estar completamente petada de romeros.
De pronto, cliqueas al azar y acabas en la dirección de un caballero llamado Julian Amony. El asunto comienza con suspense. Sin imágenes. Con un texto seguido de una larga perorata que termina en una severa amonestación: "Es usted un maníaco, un enfermo, ¿qué hace visitando las páginas de sexo?". Finalmente propone varios enlaces que tratan y atienden a tipos tarados como yo.
Sus recomendaciones son como ONGs empeñadas en rehabilitar a doce millones de peripatéticos, algo así como intentar vaciar el mar con un cazo. Tomo nota para incorporar las direcciones al futuro portal del dibujante. Mientras tanto, para abrir boca, damos un paseíto por el sexo y la caspa de las webs españolas. Sexiwebcam nos invita a convertirnos en actores porno, a exhibir nuestras mejores sesiones del método Stanislavsky, para que el mundo se entere de que aquí sobra arte. Si alguien conserva un salto del tigre apañadito, con volapié incluido, puede enviarlo sin demora.
Desde una herrería de Mallorca, adscrita a la reconversión industrial, lanzan Servicesex, "la boutique del sado": utillaje de confianza, grilletes, rejas, barras, ganchos, crines, "todo cuanto más oxidado mejor", para disfrutar de lo lindo. Ni Richard Harris en Un hombre llamado Caballo, ni siquiera la Inquisición, tuvieron tantas opciones en un mismo escaparate.
Clic, clic, clic, a punto de bostezo entramos en Safesexplus, donde ponen a la venta el kit que lleva mismo nombre compuesto por un ligero artefacto que se conecta al ordenador. Hay que enchufarse a un sitio denominado Ifriends, seguir debidamente las instrucciones y la estela de unos colorines que aparecen en la pantalla. El Orgasmatrón de Wody Allen, al lado de este diabólico invento, debe tener la misma utilidad que el botiquín de la señorita Peppis en casos de intervención a corazón abierto.
Tres horas de surfeo y ya no queda resuello. Entre el gato, la dolly de Cindy Crawdford, los redentoristas del cyber sexo, los cien mil hijos de San Luis trajinando con la señorita Houston, el kit de manos libres, la vagina parlante y el vibrador volador, acaban con la libido más entusiasta. En fin, que ni yo soy Alicia, ni esto es el País de las Maravillas, créanme: no merece la pena perseguir al conejo blanco por Internet
Previamente, para saber si damos la talla, es preciso documentarse en Bagdag, el porno-cabaret cañí. Veinticuatro horas de conexión con sexo en directo, 500.000 visitas al mes y 100 franquiciados. Con semejante espíritu olímpico pronto cotizarán en el Nasdaq.
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