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Óscar Schmidt, máquina de anotar

El brasileño, de 42 años, rompe la barrera de los45.000 puntos y aspira a batir el récord de Abdul Jabbar

Juan Arias

Los trece años pasados en Europa no hicieron perder a Óscar Schmidt Becerra, el Mago del Baloncesto ni una pizca de su popularidad y simpatía en Brasil. Sigue jugando a sus 42 años en el Flamengo, y ha sobrepasado ya la barrera de los 45.000 (45.074) puntos, situándose como el segundo máximo anotador de la historia por detrás del estadounidense Kareem Abdul-Jabbar. La figura de Schmidt se coloca en los altares junto a la del tenista Guga Kuerten y del futbolista Ronaldo. Gustan de ellos no sólo su genialidad y sus trofeos sino también su sencillez y su compromiso social con los niños más abandonados.A Óscar lo esperaban el miércoles pasado en la puerta del Maracanãzinho de Rio, donde acababa de entrenar, un puñado de mocosillos de las favelas, vigilados por docenas de policías armados, para poder verle de cerca. Le pedían un autógrafo pero no tenían papel donde hacerlo. Uno de ellos que no debía haber cumplido cinco años le ofreció la palma de la mano para que se la firmase. Óscar con sus 2.04 de altura y sus 106 kilos de peso se puso en cuclillas y con cariño se esforzó para escribir su nombre en aquella manita negra.

"No sé hasta cuándo seguiré aún jugando", dijo a este corresponsal, mientras seguía poniendo su nombre en los objetos más inverosímiles. Y añadió: "Mi sueño sería aguantar hasta poder jugar con mi hijo en el mismo equipo. ¿Soñar no es pecado, verdad?". Su hijo mayor, Felipe tiene 14 años y juega ya en los juveniles del Flamengo. A esa edad empezó a jugar el padre. Su entrenador de entonces, Claudio Mortari, el mismo que sigue entrenando hoy al supercampeón en el Flamengo, afirma: "Al hijo de Óscar le va a pesar la herencia del padre, pero si sigue sus huellas triunfará. Óscar lo hizo todo con la fuerza de su voluntad. Su sueño era triunfar en Europa y lo consiguió. Hoy es el mejor del mundo en su género y sigue jugando con el entusiasmo de cuando era niño. A sus 42 años Óscar entrena como los más jóvenes, sin ahorrarse un esfuerzo", explica el técnico.

De España, donde jugó por última vez en Europa y donde disputó 71 partidos sumando 2.009 puntos dice que añora, sobre todo, sus compañeros del Fórum Valladolid y el jamón pata negra. Asegura que no mantiene una alimentación especial, que come de todo y que su mayor felicidad, fuera del baloncesto, es ver videos en su casa al lado de su mujer Cristina y sus hijos Felipe y Stephania.

Antes de un año, Óscar, que ha anotado ya 45.074 puntos hasta el miércoles pasado, podría superar el actual récord mundial del norteamericano Kareem Abdul-Jabbar -jugador que marcó la generación de Los Angeles Lakers-, que se retiró con 42 años en 1988 con 1.700 puntos más (38.387 en la NBA y el resto como universitario). Considerando que el campeón brasileño hace una media de 2.000 puntos por año y una media de 38 por partido, y que sólo en 2001 va a disputar más de 70 partidos, todos lo señalan como el inminente nuevo récordman mundial.

Es imposible enumerar los títulos ganados por Óscar a lo largo de su carrera: tricampeón brasileño, tetracampeón paulista; campeón suramericano y del Mundial de Interclubes, bicampeón italiano de la serie A-2, campeón carioca, tricampeón suramericano etc. Y lo que recuerda con mayor satisfacción fue el de campeón panamericano en el 87 en Indianópolis donde los norteamericanos perdieron por primera vez en su país. Y un premio extra deportivo que no olvida es el recibido en Italia: el Premio Mandela por su lucha contra el racismo.

Entre sus récords figuran cinco Juegos Olímpicos incluidos Barcelona'92. Y una vez en su vida le tentó el gusanillo de la política: cuando se presentó para el Senado en São Paulo. Quedó el segundo con el récord brasileño de votos: 5.752.202 votos. "Hoy eso se acabó. Entendí entonces que mi vida es el baloncesto". Óscar sigue jugando y ya están publicados tres libros sobre su vida y sus hazañas: dos en Europa y uno en Brasil.

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