A galope hasta la muerte entre drogas y malas compañías
Chris Antley, uno de los jinetes más famosos de Estados Unidos, aparece asesinado, con la cabeza destrozada por un golpe, en su casa
Chris Antley estaba marcado. Un centauro perfecto cuya eterna lucha contra la balanza le llevó a la depresión, la droga y la muerte. Había pasado del abismo de la droga al cénit de ganar en 1991 el derby de Kentucky con 22 años; de los miles de triunfos en los hipódromos estadounidenses -con hitos como los 64 días de victorias seguidas en Nueva York en 1989 o los nueve éxitos en un solo día de 1987- al combate contra el peso; de los fármacos, la depresión y una segunda victoria en Kentucky en 1999, a las compañías peligrosas, el alcohol, el amor y la muerte, que le alcanzó hace días, por una desconocida mano asesina, en su casa de Pasadena a los 34 años y a punto de ser padre de una niña."Me alegro por Chris. Esto le ha devuelto la vida", dijo hace 18 meses Nick Zito, su antiguo entrenador, tras su victoria de 1999 en la carrera para caballos de tres años que cada primer sábado de mayo se disputa en Churchill Downs ante 150.000 espectadores. Esperanza efímera. Zito tardó horas en reponerse de la noticia que recibió el día 3. Antley había sido hallado muerto el día antes en su casa, con la cabeza destrozada por un golpe.
Antley triunfó en la gran cita de 1991 en Churchill Downs con Strike The Gold. Dos años antes, el jinete había entregado su licencia por problemas con la droga. Había resucitado. Como lo hizo en 1999, cuando, de rebote y casi sin esperanza, tras emerger de la lucha contra los demonios del exceso de peso, la droga y el alcohol, pudo montar a Charismatic en el 125º derby de Kentucky.
Hace dos temporadas, el tándem de ensueño Charismatic y Antley estuvo a punto de hacerse con la Triple Corona. Las victorias de Kentucky y Preakness debían ser remachadas con un triunfo en Belmont Stakes. En plena carrera, Charismatic se partió una pata. Aún se habla del momento en el que el jinete, que estaba a punto de ceñirse la Triple Corona, lo que sólo han hecho once en la historia, desmontó para sostener entre lágrimas su extremidad herida.
Natalie Jowett, una productora de deportes de la cadena de televisión ABC, siguió en el verano de 1999 la persecución de la Triple Corona y se enamoró de Chris. Se casaron en abril pasado. "Puedo hacerle cambiar", aventuró ella. En los hipódromos, el 2000 había empezado mal para Antley, con problemas de peso y lesiones. Medía 1,60 metros y no conseguía contenerse en los 53 kilos, su peso ideal. Píldoras, dietas, vómitos inducidos... La vida era un deprimente calvario. En marzo corrió su última carrera. La policía le detuvo en julio por conducir bebido. En septiembre Natalie reconoció que no podía salvar a su marido, otra vez presa de los narcóticos, y llamó a la policía.
Los agentes encontraron a Antley en su casa, con síntomas de haberse drogado. En un cajón había metanfetaminas y marihuana que le había proporcionado un tal Timothy Tyler, que se había instalado en ella. En octubre la policía volvió ante una llamada de la novia de Tyler, según la cual Antley se había pasado la noche rompiendo cosas y amenazando con matar a su mujer, que llegaba ese día desde Nueva York. En ese punto se vuelve al silencio, roto el pasado día 2 por el chirrido de los neumáticos de un coche que abandonaba apresuradamente la residencia del jinete y el hallazgo de su cuerpo con un golpe mortal en la cabeza. Tyler fue detenido, interrogado y puesto en libertad.
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