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FINAL DE LA COPA DAVIS La gran cita del tenis español

Los secretos de los capitanes

El G-4 consolidó el doble del equipo español y restó protagonismo al líder para repartirlo entre todos los jugadores

Afinar

Controvertido y discutido al principio, el G-4, el grupo de cuatro técnicos que dirige al equipo español de la Copa Davis, asumió el cambio traumático que se produjo en la capitanía con el cese de Manuel Santana y se mostró firme en la toma de decisiones. Su trayectoria a lo largo de la temporada ha sido impecable y supone una variación sustancial en la forma de enfocar las eliminatorias. El G-4 no sólo ha convertido el doble Àlex Corretja-Joan Balcells en estable, sino que ha restado protagonismo a la figura del líder para repartirlo entre todos los componentes del equipo: en las tres eliminatorias que han llevado a España a la final siempre han jugado los cuatro tenistas convocados.El nuevo planteamiento no es sólo un producto de las intenciones de los capitanes, sino también una consecuencia de las modificaciones reglamentarias, que ahora permiten cambiar a los dos jugadores individuales en la última jornada. Antes, estos cambios se producían, pero sólo si la eliminatoria estaba resuelta y con certificados médicos para justificar las bajas.

"Es cierto que las normas han abierto una nueva posibilidad a los capitanes", reconoce Javier Duarte, miembro del G-4, que actuará como capitán frente a Australia. "Pero también lo es", añade, "que algunas veces hay que ser valiente para dejar fuera al líder del equipo en el partido que decide la eliminatoria o para dar paso a un jugador que tiene una clasificación más baja porque crees que en ese momento puede hacerlo mejor".

Para ninguno de los componentes del G-4 fue fácil privar de protagonismo a Corretja en la eliminatoria de cuartos de final con Rusia, en Málaga, y dejar que fueran Albert Costa y Juan Carlos Ferrero quienes jugaran los dos últimos individuales. Tampoco lo fue permitir el debú de Ferrero, 29º del mundo y tercer español en aquel momento, frente a un Kafelnikov que era una incógnita -había disputado las finales del Open de Australia y del torneo de Londres- y que se mostró falto de forma.

Cuando ya tuvieron que afinar en su decisión fue en las semifinales frente a Estados Unidos. En aquellas fechas de julio, Corretja era el séptimo del mundo; Ferrero, el 13º, y Costa, el 16º. Sin embargo, el G-4 alineó a Costa contra Todd Martin y a Corretja ante Jean-Michael Gambill en la jornada inicial. Y Ferrero sólo jugó el tercer día, cuando la eliminatoria ya estaba resuelta.Una de las decisiones que más les significó fue consolidar el doble Corretja-Balcells. Lo alinearon contra Italia por primera vez y lo mantuvieron todo el año a pesar de la derrota que sufrieron ante Kafelnikov y Safin. La actual pareja española es ya la que más partidos ha jugado y ganado -dos victorias y una derrota- desde la desaparición de la de Emilio Sánchez y Sergio Casal en 1993.

"Sin embargo", asegura Duarte, "la decisión más difícil de la temporada fue dejar fuera del equipo para la final a Carles Moyà. Nos costó porque sabemos que es un gran jugador y que es y será un hombre importante en el equipo español de la Copa Davis. Pero esta vez apostamos más por el doble porque creímos que Corretja y Balcells son los que más posibilidades tienen de ganar".

Aquél fue un momento muy difícil para Josep Perlas, que sólo unos días antes había comentado que en la toma de decisiones no influiría, en absoluto, el que fuera el entrenador de Moyà. "Cuando asumimos la capitanía, nuestros jugadores estuvieron de acuerdo y asumieron todas las connotaciones del cargo", confesó Perlas; "en las reuniones que el G-4 mantuvo en París para dedicir el equipo, cuando uno de nosotros hablaba tenía enfrente a tres examinadores. Y así ha sido todo el año. Nuestras decisiones han tenido siempre una base técnica. Tal vez nos hemos equivocado alguna vez. Pero siempre hemos sido honestos".

Los secretos internos de sus decisiones han llevado a España hasta la final. Es posible que con otros técnicos también se hubiera alcanzado porque el equipo ha jugado en casa todos los partidos. Pero también puede que no. Y es probable que sin todas estas decisiones la cohesión del conjunto hubiera sufrido algunos altibajos.

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