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Superados por los extremos

Pablo Ximénez de Sandoval

La asociaciones identificadas con partidos del arco parlamentario están perdiendo protagonismo en el debate en favor de los extremos, la izquierda revolucionaria y la ultraderecha. Los movimientos de ultraderecha están más organizados, pero los de izquierda se están dotando de un nuevo y variado contenido ideológico. Estos extremos son los que más ruido hacen en la universidad, y provocan episodios de violencia esporádicos, pero a la vez son absolutamente minoritarios. La extrema izquierda tiene mucho cuidado de admitir ese término, "porque de ahí se pasa a decir que somos de Jarrai, y ya está bien de incordiar con esa tontería". La procedencia diversa de sus miembros va desde anarquistas a ecologistas, pero se pueden encuadrar en antifascistas y antiglobalización, grupos habitualmente llamados "antisistema", por las vinculaciones con el Movimiento de Resistencia Global (antiglobalización) o los okupas. Se componen "por cualquiera que quiera venir por aquí a expresar sus ideas", ya que la forma de decisión es asamblea abierta. "Rechazamos las asociaciones y la representación porque pasan de los problemas reales. No hay debate. Son partidos políticos y como tales van a lo suyo, sólo les interesa el poder". Esta actitud les confiere medios organizativos muy difusos y una inoperancia extrema a la hora de expresarse como colectivo. La ultraderecha no rechaza el sistema de representación. Se presentan y, desde hace poco más de un año, obtienen respuesta. José Cantalapiedra, líder del Sindicato Español Universitario (SEU), "ligado a Falange Española", afirma que el número de sus militantes se ha triplicado en el último año. En las últimas elecciones, en varias provincias han pasado de 1.200 votos en las universidades a 7.000. Tienen representación en órganos de gobierno de Málaga, Salamanca, Oviedo y Jaén. Asegura que se han nutrido de "grupos dispersos, además de atraer a mucha gente que no sabía dónde ir, que no se siente representada. Nos hemos librado del aire de ocultismo que teníamos". Hay una nueva Junta Nacional, formada con jóvenes universitarios. Cantalapiedra estudia Derecho, sólo tiene 20 años y hace un vaticinio: "Sin duda, Falange será en la sociedad dentro de 10 años lo que hoy es en la universidad".

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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