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Crítica:CRÍTICA - CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mejor con Chaikovski

Con Mozart, Berg y Chaikovski en el programa, Levine y la Filarmónica de Múnich -histórica formación que tuvo a Celibidache como director durante más de quince años- ofrecieron una sesión de resultados desiguales. A la Sinfonía nº 39 de Mozart le faltó una pizca de tensión, especialmente en el adagio introductorio y la exposición del primer tema: no puede olvidarse que hay aquí ecos de la música masónica y de Don Giovanni y, esos ecos deben escucharse.En el segundo movimiento, Levine trazó con soltura el efecto de pregunta-respuesta, tanto de las maderas con las cuerdas como de éstas entre sí. No consiguió, sin embargo, expresar el dolor soterrado que contiene. La sensación fue de que no pasaba nada, si exceptuamos -lo cual no es poco- el estupendo ajuste y el hermoso sonido.

James Levine

Müncher Philharmoniker. Obras de Mozart, Berg y Chaikovski. Palau de la Música. Valencia, 26 de Noviembre.

Algo similar ocurrió en el menuetto. La gracia dieciochesca brilló por su ausencia, al igual que la melancolía de un trio delicioso. A Levine suele faltarle capacidad para transmitir las emociones más profundas, las menos evidentes, aquellas que están cubiertas por un velo de pudor. Aunque todo eso no le impide, desde luego, ser un buen artífice de la métrica y el color orquestal.

El finale pecó de atropellado a fuerza de querer hacerlo rápido. Se perdió así parte del efecto-fuga -de hecho no es una fuga, aunque suscita la misma sensación de premura- y quedó un poco diluida su orfebrería contrapuntística.

Más acertado estuvo el director norteamericano en las Tres piezas para orquesta de Alban Berg, especialmente en la primera de ellas, donde la Müncher Philharmoniker consiguió preciosas sonoridades en percusión y cuerdas. La última (Marsch) resultó, además, muy oportuna: se trata de una especie de meditación en torno a la Sexta Sinfonía de Mahler, obra que dos días antes escuchamos a Sinopoli en la misma sala.

Pero el mejor rendimiento lo dio Levine en la Patética de Chaikovski. Se encuentra más cómodo en ese tipo de repertorio, y traduce muy bien a un compositor que muestra sus llagas al público sin demasiado reparo. La batuta obtuvo de la orquesta una respuesta expansiva, apasionada en grado sumo, colorista, con abundante vibrato en las cuerdas, silencios muy remarcados, reguladores espléndidos, dinámica amplia...

Mozart, claro, es otra cosa.

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