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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

EL DEFENSOR DEL LECTOR Juego claro CAMILO VALDECANTOS

En más de una ocasión, algún lector se ha dirigido al Defensor preguntando por qué la crónica de algunos partidos de fútbol llevaba firma pero se omitía la ciudad desde donde se hubiese redactado, que, lógicamente, debería ser la del lugar donde se juegue el encuentro.Los más perspicaces habían adivinado hace tiempo que esas crónicas con firma pero sin lugar de referencia estaban escritas tras contemplar el partido por televisión y sin la presencia del redactor en el estadio.

Enrique Fresno, desde Villalba, Madrid, ha sido el último en interesarse por este asunto. Lo hizo el viernes por la tarde,por teléfono, curiosamente cuando ya el Defensor había decidido abordar la cuestión.

En su opinión, se abusa últimamente de las crónicas futbolísticas hechas tras presenciar el partido por televisión.

El Defensor no puede entrar a valorar las necesidades de cada sección del periódico; ni siquiera pronunciarse sobre la bondad de la presencia del periodista en el campo de fútbol o sobre los matices que le ofrezca la retransmisión televisiva.

Plantear si la crónica de un partido de fútbol se elabora mejor con una visión inmediata en el campo o si resulta indiferente que se vea el encuentro por televisión supondría una larga discusión que está fuera de las competencias del Defensor.

En cualquier caso, el problema no es ése. Se trata de algo más simple: puesto que los lectores dan por supuesto que la crónica de los acontecimientos públicos, salvo que se indique lo contrario, se escribe después de que el autor los presencie, esos lectores tienen derecho a conocer las excepciones.

Bastaría, por ejemplo, entre otras posibilidades, con que en la ficha que este periódico publica de cada partido se incluyese un simple TV, entre paréntesis, para que los lectores supiesen con exactitud que la visión del cronista y su juicio posterior tienen origen en las imágenes retransmitidas.

El Defensor ha pedido al redactor jefe de la sección de Deportes, Santiago Segurola, una explicación para que los lectores sepan por qué se escribe a veces sin acudir al estadio.

"El horario de cierre de las ediciones determina casi siempre la necesidad de escribir crónicas por televisión. En los últimos años, la actividad deportiva se ha trasladado a una franja horaria que coincide con las horas de mayor audiencia televisiva; es decir, entre las 20.00 y las 23.00", afirma Segurola.

"Esta circunstancia se concreta especialmente en el fútbol, que poco a poco abandona su tradición vespertina para convertirse en un acontecimiento nocturno, con fuertes repercusiones en el tratamiento informativo".

Segurola argumenta que "la primera edición del periódico -la edición nacional- se cierra entre las 22.00 y las 22.30. Pasarse de ese límite supone entrar en alerta roja y poner en peligro la puntual distribución del diario. Aun así, la frontera se amplía excepcionalmente para ofrecer información de los partidos de fútbol que comienzan a las 21.00 y terminan a las 22.45, con la obligatoriedad de cerrar las crónicas -incluidas las fichas de los encuentros- cinco minutos después".

A partir de estos datos, Segurola añade que "redactar y enviar una crónica desde el estadio en semejantes condiciones de urgencia resulta muy complicado, razón por la que en algunas ocasiones se admite una medida de emergencia: escribirla en la Redacción con ayuda de la cobertura televisiva, hecho que debería aclararse en la ficha de los partidos. Se gana tiempo y se eliminan problemas en la retransmisión del texto desde el estadio al periódico. A pesar de estas ventajas y del interés por trasladar al lector la información de los partidos, resulta frustrante practicar el periodismo a distancia. Por dicha razón, la inmensa mayoría de las crónicas de última hora se envía desde los estadios en situaciones infames que provocan la angustia de los periodistas".

El Defensor comparte íntegramente las razones que aduce el responsable de la sección de Deportes.

No se trata de ninguna argucia, puesto que todos los lectores conocen el horario de los partidos de fútbol y la mayoría sabe que las primeras ediciones exigen un horario de cierre relativamente temprano si se quiere que el periódico esté en los puntos de venta a su hora.

No hay nada que objetar en ese sentido, pero sí destacar la observación que el propio Segurola asume en su respuesta. Se trata, simplemente, de que el lector sepa con claridad cómo está elaborada la crónica y que pueda conocer cuáles han sido los medios que ha utilizado el periodista para elaborarla.

El Libro de estilo es tajante a la hora de impedir que el periodista cuente las dificultades que ha encontrado para elaborar un texto, salvo que con ello se añada información.

También señala que "las informaciones de que dispone un periodista sólo pueden ser obtenidas por dos vías: su presencia en el lugar de los hechos o la narración por una tercera persona. El lector", añade, "tiene derecho a conocer cúal de las dos posibilidades se corresponde con la noticia que está leyendo".

El caso de la crónica futbolística no es exactamente éste, pero, por extensión, puede encajar perfectamente en los supuestos previstos por el Libro de estilo, que además prohíbe "terminantemente firmar una noticia en un lugar en el que no se encuentre el autor".

Eso explica que las crónicas de los partidos vistos por televisión lleven firma en algunas ocasiones pero nunca la data, la ciudad donde se jugaron.

Varios lectores, como ya se ha dicho, habían advertido esta circunstancia. La sugerencia del Defensor es que se haga un pequeño esfuerzo para que quede claro cómo se elaboró la crónica sin recurrir a la agudeza de los más avezados.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electrónico (defensor@elpais.es), o telefonearle al número 913 377 836.

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