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LA OFENSIVA TERRORISTA

El diálogo con el PNV separa a Aznar y al PSOE

El presidente rechaza entrevistarse con el 'lehendakari' Ibarretxe "hasta que no rectifique"

Unas horas después de que se abriera un fuerte debate sobre la necesidad de un diálogo entre los partidos políticos y sobre las consecuencias de la manifestación de Barcelona, José María Aznar reiteró rotundamente su negativa a reunirse con el lehendakari o con los representantes del PNV si no existe "una rectificación seria, profunda y creíble del nacionalismo". Es decir, si el PNV no reconoce que la estrategia de Lizarra estaba completamente equivocada y si no admite que la Constitución y el Estatuto son el marco legítimo de cualquier reivindicación política.Las declaraciones de Aznar confirmaron la línea trazada por su partido, y por el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja: no habrá diálogo de ningún tipo con Vitoria hasta que el lehendakari Ibarretxe acepte convocar elecciones autonómicas anticipadas.

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Aznar, que se sintió "muy molesto con lo ocurrido en Barcelona" -por el llamamiento al diálogo que introdujo por propia iniciativa la periodista Gemma Nierga- considera que la manifestación no hará cambiar su primer objetivo respecto al País Vasco: adelantar las elecciones sin haber dado "aire" al PNV con algún encuentro institucional.

Para los socialistas, el análisis es diferente: la manifestación recogió el sentir de muchos ciudadanos no sólo catalanes, sino de toda España, que están enfadados por la ineficacia y desunión de los políticos y que exigen actuaciones políticas.

El primero que ofreció esta interpretación fue el presidente del PSC, Pasqual Maragall, que ayer se convirtió más en protagonista de los acontecimientos que el presidente de la Generalitat. Jordi Pujol, tan sorprendido comol los demás asistentes por el llamamiento de Nierga, consideró que había sido una iniciativa acertada: "Es bueno que la petición de sentarse a hablar se haya convertido en un clamor general".

Maragall fue uno de los más explícitos en su reclamación, solicitando que se plantee inmediatamente un diálogo institucional entre los gobiernos de Madrid y de Vitoria. Según el político catalán debe hacerse todo lo posible para integrar al PNV en cualquier reunión de partidos democráticos. El presidente del PSC se siente irritado ante la idea de un secuestro de la política, que impida expresar posiciones distintas a las del Partido Popular sin suscitar por ello calificativos de deslealtad. "La única combinación que puede dar una salida al conflicto vasco pasa por el diálogo y por la firmeza ante el terror", afirmó.

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José Luis Rodríguez Zapatero defendió ideas similares, en un tono más cauto. El secretario general del PSOE mantuvo ayer que cualquier diálogo sobre el País Vasco debe realizarse en el marco constitucional y del Estatuto, pero que merece la pena tomar la iniciativa para conseguir el regreso del PNV a la estrategia antiterrorista de la que se salió en su momento.

El dirigente socialista recordó expresamente a Aznar que "la mejor defensa de la Constitución es la recuperación del consenso". "Para defender la Constitución", explicó, "hay que defender sus principales valores, el diálogo, el consenso y la libertad". Zapatero considera que el proceso debe ser liderado por el presidente del Gobierno "siendo consciente de que eso es lo que le demanda la mayoría de los ciudadanos". Y que todo ello puede hacerse sin renunciar a exigir en Vitoria una convocatoria anticipada de las elecciones.

Tanto Maragall como Zapatero expresaron una valoración diferente respecto a lo que representan Ibarretxe y Arzalluz. Para los socialistas, el diálogo sólo sería posible en estos momentos si pasa por el lehendakari y no por los dirigentes peneuvistas.

Desilusionado

De hecho, Rodríguez Zapatero, que recibió una llamada personal de Arzalluz expresándole sus condolencias por el asesinato de Ernest LLuch, algo muy poco habitual en el político vasco, dejó pasar la ocasión de fijar una cita con el presidente del PNV. Arzalluz, que no conoce personalmente al nuevo dirigente socialista quedó, al parecer, bastante desilusionado.La posibilidad de que fueran conjuntamente el PP y el PSOE quienes abrieran ese diálogo, primero entre ellos, y después con los demás partidos democráticos, incluido el PNV, se consideraban ayer nulas. Entre otras cosas porque ni tan siquiera existe una relación normalizada entre el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE. Fuentes de la Moncloa aseguraron que no estaba prevista ninguna reunión entre Aznar y Zapatero, pese a la situación política se muestra cada día más fluida y a que nadie descarta nuevos y más terribles atentados de ETA. Ademas, las iniciativas del nuevo equipo del PSOE han sido rechazadas con malos modos por el vicepresidente Mariano Rajoy.

La tensión entre el PSOE y el PP no sólo no ha disminuido, sino que subió ayer algunos grados, sin que la conversación que mantuvieron el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba y el secretario General de la Presidencia, Javier Zarzalejos, sirviera para rebajarla. Antes bien, el encuentro se convirtió en un duro cruce de reproches sobre el desarrollo de la manifestación catalana.

La separación entre las estrategias del PP y del PSOE, debida tanto a análisis políticos diferentes como a intereses electorales enfrentados, provocó ayer más inquietud en ambos partidos de la que admitieron públicamente, pero sirvió también para alentar a un sector del PNV que cree posible regresar a un marco institucional menos crispado.

Protagonismo

Representantes del PNV que estuvieron el jueves presentes en Barcelona consideraron que el PP se había encontrado ante un elemento nuevo que le exigiría reaccionar. Los nacionalistas vascos están dispuestos a dar todo el protagonismo de un eventual diálogo al lehendakari, en detrimento de los propios dirigentes del partido. La idea, según aseguró un destacado dirigente, es que sea Ibarretxe quien lleve la voz cantante y actúe como portavoz del PNV. Sin embargo, admiten que los contactos que mantuvo durante la marcha tanto con Zapatero como con Jordi Pujol y Artur Mas no dieron ningún juego y que la situación sigue siendo muy difícil.Lo importante, sin embargo, según explicó un portavoz peneuvista, es que "la idea del diálogo entre políticos vuelva a cobrar prestigio en Vitoria y en Madrid". El propio lehendakari aseguró que "las puertas de Ajuria Enea han permanecido abiertas desde el primer día" para ese diálogo. "La ciudadanía pide que nos sentemos a hablar", reclamó pocos minutos antes de abandonar Barcelona.

Xabier Arzalluz, por su parte, se mantuvo en un discreto silencio y sólo intervino en el debate a iniciativa de El PAÍS para explicar su posición en una eventual mesa de diálogo: "Nosotros propondríamos un diálogo sin condiciones previas entre los partidos que representan a los ciudadanos vascos y aceptan que los problems de la sociedad han de ser afrontados desde una perspectiva democrática". Un destacado miembro de su partido ofreció una rápida interpretación: "Es decir, se llamaría a EH como representante de los ciudadanos vascos pero sólo participarían si aceptan una perspectiva democrática que, evidentemente, incluye la renuncia y la condena de la violencia".

La reacción de Arzalluz, cuyo lema ha sido hasta ahora "resistir y contraatacar", no podrá ser analizada completamente hasta oir la intervención que tiene previsto realizar hoy en los actos conmemorativos del aniversario del fundador del PNV, Sabino Arana. Del trazo que utilice puede depender, según alguno de sus colaboradores, el nuevo aire de diálogo que reclama el lehendakari y la profundización de la idea de que los socialistas y los nacionalistas pueden tener posibilidades de encontrar una salida al impasse en que se encuentra la situación política en Vitoria y en Madrid.

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