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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El asesinato del profesor Ernest Lluch

ETA ha dado muerte a mi amigo Ernest Lluch. Me vienen a la memoria nuestros gratos paseos a lo largo de la Bahía de la Concha donostiarra, en los que las discusiones sobre el tema de siempre entre un nacionalista vasco de izquierdas y un socialista catalán abierto e inteligente se resolvían en el aprecio mutuo y la voluntad de tender puentes. Francamente, o no entiendo nada o entiendo este atentado demasiado bien: como una voluntad de cortar lazos entre unos y otros. Como miembro de la comunidad universitaria a la que pertenecía Lluch, afirmo la primacía de la voz y la palabra en un espacio en el que no tienen cabida las pistolas. Me solidarizo con los docentes amenazados de la Universidad del País Vasco, como antes lo hice con los miembros encarcelados de la Fundación Zumalabe. Y quiero decir que, al atentar contra Ernest Lluch, ETA ha matado a uno de los nuestros.- Francisco Letamendía.Nunca había escrito una carta a un periódico, pero el asesinato de mi profesor y vecino Ernest Lluch me impulsa a hacerlo para denunciar lo absurdo de una muerte que nunca debería haber sucedido en estas circunstancias.

Yo fui uno de los innumerables alumnos del profesor Lluch que a finales de los setenta y principios de los ochenta pasamos por su aula de Historia de las Doctrinas Económicas. Recuerdo su rigor intelectual en una asignatura en la que era fácil caer en el más puro planfetarismo y más en unos momentos de efervescencia política como fueron aquellos.

Le recuerdo como si fuera hoy mismo un día de primavera de 1982, frente al Palau de la Musica, poco después de la victoria electoral de su partido y antes de que se formase el Gobierno en el que el finalmente sería ministro de Sanidad. Estaba exultante, tenía palabras amables para todos los conocidos que se acercaban a felicitarle.

Con el paso del tiempo se convirtió en mi vecino y, a pesar de que nuestra relación no iba mucho más allá del saludo cuando nos cruzábamos por la calle, se había convertido en un personaje de mi particular mundo cotidiano. No quiero ni puedo calificar el hecho de su muerte. Al fin y al cabo, sé positivamente que quienes la han perpetrado no atenderían mi calificación. Posiblemente ni siquiera la leerían, tan alejada está su lógica de la mía.

Sólo quiero rendir un sentido homenaje a quien en mi juventud fue mi profesor y hasta hoy era mi vecino.- Ferran Mir Sabat. Barcelona.

Desde la Asociación Fernando Múgica queremos mostrar nuestra repulsa por este nuevo atentado de la banda terrorista ETA, que constituye una vulneración de uno de los derechos fundamentales del ser humano: su derecho a la vida, al tiempo que representa un atropello de la paz, la libertad y la inteligencia de toda la sociedad.

Nuestro más sentido pésame a los familiares y a aquellos que disfrutaron de la amistad de la víctima de esta nueva barbarie de la banda terrorista.

Nos embargan sentimientos de profundo dolor, rabia y aversión impecable ante los asesinos y sus acólitos. Y es precisamente desde lo más hondo de nuestros sentimientos desde donde queremos hacer un doble llamamiento:

Apelamos a la movilización social contra el terror, convencidos de que el resorte que empuja a dicha reacción deriva de algo tan sencillo como es la rebeldía moral frente al crimen y la maldad que representan hoy en España los asesinos y acólitos de la banda terrorista ETA, cuya única forma de vida es la muerte.

Esa rebeldía moral constituye la primera vía en la victoria sobre el terrorismo, esa rebeldía moral que ha propiciado que la sociedad española, de forma masiva y anónima, haya tomado las calles para gritar a los asesinos que su victoria es sencillamente imposible.

Apelamos a la unidad contra el terrorismo. La frontera es bien clara: quienes matan, asesinan,

extorsionan; quienes destruyen nuestra convivencia pacífica y democrática; quienes rompen familias y arruinan sociedades, son los enemigos de todos nosotros. Ellos están a un lado, son muy pocos. Y todos los demás estamos a este lado, y somos muchos. Somos muchos y somos distintos, porque la riqueza de una sociedad democrática es su heterogeneidad; pero, dentro de esas diferencias, todos creemos en lo mismo: en la defensa de la libertad, la paz, la justicia y la democracia, y precisamente esto es lo que nos hace fuertes frente a los asesinos.

Debemos ser conscientes de que todos los errores propios son ayudas a ETA: nuestras divisiones, debates, querellas partidarias, acusaciones al vecino... son balones de oxígeno para ETA, cuyo resultado, no querido, se objetiva hoy en las calles de Barcelona.- Jorge Casasempere Ruiz. Vocal de Comunicación y Relaciones Externas. Asociación Fernando Múgica.

En estos días de celebración de los 25 años de la monarquía y por tanto del comienzo de la transición hacia las libertades democráticas, me encuentro planeando acudir junto a mi hijo de 18 meses a la manifestación contra ETA que se celebrará en Barcelona después del atentado que le ha costado la vida a Ernest Lluch.

Recuerdo que hace 25 años acudía junto a mis padres a las manifestaciones convocadas por el PSUC y otros partidos democráticos reclamando las libertades de las que hoy nos gustaría disfrutar plenamente. Y digo que nos gustaría porque, por culpa de los asesinos de ETA, seguimos viviendo bajo la dictadura del miedo, bajo régimen del terror fascista que unos pocos practican afectando a la vida de la gran mayoría que quiere vivir en paz.

Espero que cuando se cumplan los 50 años de la monarquía pueda celebrarlo junto a mi hijo y mis nietos en un país realmente libre y en paz.

Descansi en pau Ernest Lluch.- Guimar Todó Ballester. Barcelona.

Va a ser difícil y extraño volver a encender la radio y no oír en ella la voz de Ernest Lluch. Lo asesinaron cuando regresaba de dar clases en la Universidad, unas clases que en la época franquista hubo de dar en su propia casa tras ser censurado por las autoridades universitarias.

Un luchador por la libertad, un hombre sereno en sus planteamientos, un hombre que abogaba por la unión. Un hombre que poseía tal dominio de la palabra que sus pensamientos llenaban el espacio que otros no eran capaces de llenar. Un hombre con una elegancia impropia de la clase política española, un socialista comprometido. Un luchador por la libertad en la época franquista, una época que acabó hace justo 25 años y que los terroristas de ETA se empeñan en recordarnos macabramente una y otra vez.

Tal vez los terroristas tenían miedo de que su pensamiento se propagase entre la gente, miedo a que sus ideas invadiesen nuestras mentes. Es inútil tratar de explicar a los que sólo entienden de armas, de dolor y de muerte que el pensamiento ni mata ni muere. Adiós, adeu, agur, Ernest.- Santiago Zuza Fernández. Barañain, Navarra.

Todos estamos implicados, o a todos nos han implicado, o muchos nos hemos implicado en la lucha contra ETA. Ésta nos han empujado a que no podamos permanecer al margen. Yo, un ciudadano anónimo de este país, me siento implicado, moral y políticamente, cuando se mata impunemente a otro ciudadano por su trayectoria, por sus ideas, por la defensa de la libertad, por una paz no manejada. Veo con terror cómo se extiende el cáncer de ETA, y la ineficacia de la política del actual Gobierno en materia antiterrorista. Veo con terror cómo se juega con mensajes de muchos sentidos, cómo se acusan unos a otros de manipulación, cómo hacen juegos de cintura para no perder votantes, cómo son usadas las víctimas del terrorismo para sacar tajada; veo con terror las inconsecuencias de discursos trasnochados usando ideas históricamente muertas para justificar la violencia o la paz, depende de quien hable.

La muerte de todas las víctimas de ETA merece algo más que unas cuantas pesetas o muchos minutos de silencio. La muerte de Ernest Lluch merece más que lamentaciones y condolencias. ¡Basta ya! es un grito que debe hacerse realidad, ya que la muerte sólo siembra muerte, y no podemos dejar que continúe lacerando a la sociedad española.- Osvaldo Mendoza Cossio. Barcelona.

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