La creciente dificultad de las empresas en EE UU para financiarse augura una crisis
Algo inquietante está ocurriendo en Wall Street. La preocupación no se limita a los índices bursátiles, en los que la duda presidencial y la implosión de las compañías de Internet ha hecho multiplicar las cautelas ante un posible desplome. Los mayores temores y la mayor extrañeza se concentran en el mercado de bonos. Lo que ven los analistas es inquietante: los intereses de los bonos de empresa se han disparado hasta niveles propios de una recesión.En estos momentos, las empresas están pagando su deuda extrabancaria a precios de crisis profunda. El promedio del mercado ha subido hasta el 13% anual, un nivel desconocido desde la recesión económica de 1991.
Simultáneamente, los bancos están cerrando el grifo del dinero, según datos de la Reserva Federal. Estos datos indican una enorme desconfianza ante el futuro. El nivel medio de los intereses supera el 10,3% alcanzado en 1998, cuando la quiebra del fondo de inversiones Long Term Capital Management y la crisis asiática desataron el pánico y el mercado de bonos rondó el colapso.
Entonces, sin embargo, la Reserva Federal bajó los tipos de interés tres veces en tres meses y logró devolver la confianza a Wall Street. La impresión general es que Alan Greenspan, que presidirá la última reunión anual de la Reserva Federal el próximo 19 de diciembre, no está dispuesto a abaratar el dinero. En sus últimas intervenciones ha subrayado que el principal peligro radica precisamente en la inflación.
Normalmente, las empresas que se financian en el mercado de bonos entrañan algún tipo de riesgo y pagan por ello un sobreprecio. Compañías que atraviesan épocas delicadas, como Amazon o Xerox, tienen una importante deuda en bonos. Y el sustancial encarecimiento de su pasivo (Amazon está pagando el 13,83% a 10 años; Xerox, el 9,12% a dos años) repercutirá en su capacidad de generar beneficios, en su cotización y en sus perspectivas.
Todas las empresas están sintiendo, en mayor o menor medida, el miedo del mercado y de los bancos a prestar dinero. Según un informe de la consultora MSDW, la banca está concediendo créditos industriales y comerciales a un ritmo del 4,4% anual; en los meses de verano, ese ritmo ascendía al 14,4% anual. La Reserva Federal, por su parte, constató en noviembre que un 44% de los bancos estadounidenses "dicen haber endurecido sus criterios para la concesión de préstamos".
Es una situación paradójica, porque los indicadores económicos, aun siendo peores que en anteriores ejercicios, reflejan una buena salud. Estados Unidos creció un 5% el año pasado, está creciendo a un ritmo del 4% anual y debería crecer un 3,5% el año próximo, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional. El desempleo es mínimo y la inflación se mantiene bajo control. Todo ello dibuja el panorama del aterrizaje suave deseado por los analistas, tras ocho años de extraordinario auge. Todo está en su sitio menos la confianza.
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