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Yago Lamela rompe con su entrenador y se instala en Madrid

La decepción del atleta asturiano en Sydney y problemas con su club, La Avilesina,han sido decisivos para el cambio

Santiago Segurola

El atleta asturiano Yago Lamela, subcampeón del mundo de salto de longitud, ha decidido instalarse en Madrid, tras romper con su entrenador, Juanjo Azpeitia, el hombre que ha dirigido toda su carrera deportiva. Apenas dos meses después de los Juegos de Sydney, donde no logró clasificarse para la final, Lamela, 23 años, ha dado un giro radical en su trayectoria. Su nuevo entrenador será Juan Carlos Álvarez, técnico que cuenta entre sus pupilos con Raúl Chapado -plusmarquista español de triple salto- y la también triplista Carlota Castresana.Los dos últimos meses han sido turbulentos para YagoLamela. A la decepción de Sydney se han añadido problemas con su club, La Avilesina, hasta el punto de que el atleta decidió abandonarlo para crear una sociedad propia, en la que todos los cargos directivos corresponden a familiares. El conflicto se deriva en buena parte del sustancioso contrato de Lamela con Teléfonica y de su difícil encaje con los intereses del club de Avilés.

El saltador considera que la situación no ofrece las condiciones necesarias para recuperar el nivel que alcanzó el pasado año. En 1999, Lamela protagonizó un año espectacular. De improviso se convirtió en la gran estrella del deporte español. En marzo se proclamó subcampeón del mundo en pista cubierta, con un salto de 8,56 metros, récord de Europa. Aquel duelo con Iván Pedroso alcanzó una repercusión enorme. Hasta los más ajenos al deporte tuvieron noticias de la hazaña, nada casual a la vista de lo que sucedió durante el año. Lamela logró la misma marca en Turín, en la temporada de verano, donde fue sometido a un seguimiento mediático apenas visto con anterioridad en el atletismo nacional.

Detrás de los éxitos emergió la figura de Juanjo Azpeitia, un antiguo especialista de longitud que había tutelado la carrera del saltador desde la etapa juvenil. Lamela ingresó en el grupo de Azpeitia cuando contaba 14 años. La relación sólo se quebró durante el año que el atleta pasó en la Universidad de Iowa, periodo que Lamela evoca de forma contradictoria. Por un lado, su carrera sufrió una notoria regresión; por otro, "me enseñó a enfrentarme con un mundo que no conocía, me obligó a hacerme más fuerte".

Frustrado por los malos resultados de su experiencia americana, se puso de nuevo en manos de Azpeitia, director de un pequeño grupo de atletas en Oviedo. Cada día, Lamela viajaba en autobús desde Avilés a Oviedo para entrenarse a las órdenes de un entrenador que no se resignaba a definir las pruebas de salto como algo puramente físico. Azpeitia buscaba un lado casi místico. El método ofreció unos resultados extraordinarios. Lamela se convirtió en una celebridad.

La sociedad parecía indestructible, pero los acontecimientos comenzaron a torcerse apenas unos días después del Mundial de Sevilla. En la reunión de Bruselas, Lamela sufrió una grave lesión que retrasó su preparación para los Juegos de Sydney. Durante la temporada, volvió a lesionarse en dos ocasiones, con un efecto desastroso sobre su puesta a punto. Las tensiones comenzaron a aflorar, debido a la proximidad de la cita olímpica. En Sydney, Lamela no logró entrar en la final, tras una floja serie de clasificación.Con su decisión de instalarse en Madrid, Lamela ha roto un binomio que parecía indestructible hace un año. El técnico confirmó ayer a Ramón Cid, responsable de saltos de la Federación Español de Atletismo, que el atleta abandonaba Asturias para ponerse a las órdenes de Juan Carlos Álvarez.

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