"El pensamiento siempre es fruto de la soledad"
Emilio Lledó (Sevilla, 1927) es uno de los filósofos más destacados en el panorama español. Gran conocedor de la filosofía griega y, en especial, de Platón, entre sus obras figuran Lenguaje e historia (1978) y Memoria de la ética (1994). Lledó participó ayer en la presentación del libro Teoría y estructura del ceremonial y el protocolo, de María Teresa Otero Alvarado, en la librería Antonio Machado de Sevilla.Pregunta. ¿Qué hace un filósofo presentando un libro sobre el protocolo?
Respuesta. Eso mismo me pregunté yo cuando me invitaron a participar en la presentación. Me negué en principio porque no me veía con autoridad. Pero al meterme en el libro, vi que tocaba cuestiones filosóficas y teóricas sobre comunicación del lenguaje. Al final me di cuenta de que habría sido para mí una frustración no haber intervenido en la presentación del libro. Todo lo que tiene que ver con la comunicación humana, con la manifestación del poder, son temas que apasionan a un profesor de filosofía.
P. Ortega y Gasset escribía sobre los asuntos más variopintos.
R. La filosofía a veces tiene un aspecto como si fuera algo fuera del mundo. Y eso es un error garrafal. A todos nos interesa conocer el sentido de las cosas, el mundo en que vivimos. Todos los seres humanos somos filósofos. Un fenómeno como el protocolo, la organización del poder, no es sólo un problema de simbolismo, sino también de conocimiento. ¿Por qué se coagula el poder de esa forma? Ése es un tema filosófico.
P. ¿La gente necesita que haya grandes ceremonias?
R. Confieso que estoy bastante en contra de esas grandes ceremonias. El ceremonial puede ocultar algo vacío. Los grandes teóricos hablan de una simbología del miedo, de que esa protocolización de la vida nos defiende de algo que no queremos ser: individuos solos. Ese mundo de las grandes ceremonias me produce alergia. Puede ser alienador. Igual que es alienador el fútbol. El pensamiento siempre es fruto de la soledad.
P. Hay personas partidarias de que el dinero invertido en grandes ceremonias se destine a educación y gastos sociales.
R. Estoy de acuerdo. Ese gasto debería destinarse a escuelas, libros, cultura verdadera. Ese aspecto simbólico de las ceremonias debería reducirse al mínimo.
P. ¿El excesivo rigor del protocolo es una prueba de la vanidad humana?
R. Sin duda alguna. Aunque estés muy lejos de ese sentimiento, si te posponen podrías sentirte menospreciado. Encontrar satisfacciones en ese mundo de exterioridad es triste y ridículo porque quiere decir que no eres nada ni nadie por ti mismo.
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