Hingis se agarra al Masters La 'número uno' mundial derrota a Seles en la final y acaba llorando
Agotamiento
Las lágrimas de Martina Hingis tenían mucho sentimiento. La número uno del mundo se impuso ayer a Monica Seles por 6-7 (5-7), 6-4, 6-4 en 2 horas y 20 minutos y se adjudicó él único título realmente importante que ha escrito en su palmarés esta temporada. La final fue un duro diálogo con Seles y consigo misma. Y al final, tras el esfuerzo, estalló. No pudo contener el llanto y se agarró a una de las pocas personas en las que confía, su madre.Hingis está en crisis. Y lo que habría sido simplemente una rúbrica de la temporada hace sólo tres años, ahora se ha convertido en el único punto de agarre. La suiza, de 20 años, ganó tres títulos del Grand Slam en 1997 y disputó la final del cuarto, Roland Garros. Pero, desde entonces, su inestabilidad emocional le impidió ganar en Roland Garros frente a Steffi Graf en la final de 1998, y la llegada de las hermanas Williams, unida a la progresión de Lindsay Davenport, la han condenado en las pruebas grandes.
Ahora, Hingis suele llegar a las puertas de los grandes títulos. Pero siempre acaba teniendo que aplaudir la victoria de alguna de sus rivales. La prueba más evidente de ello es que no ha ganado ningún título del Grand Slam desde enero de 1999, cuando se impuso en el Open de Australia por tercera vez consecutiva. Y esta temporada ha alcanzado la final australiana, pero ninguna más: ni Wimbledon, ni Roland Garros, ni el Open de Estados Unidos.
Por eso, su victoria de ayer en la final del Masters le supo a gloria. Por eso, sus sentimientos se desataron. Por eso, la presión en los compases finales de su partido ante Monica Seles casi le juega la última mala pasada del año."He jugado ante una gran campeona", señaló Hingis, tras su victoria. "Estoy contenta de haber ganado, porque es la culminación del trabajo de todo el año", agregó.
Su triunfo se basó en su mayor solvencia física y mental. Seles regresó esta semana al circuito tras algo más de un mes de ausencia por culpa de una tendinitis en un pie. Llegó fresca de cabeza, pero con exceso de peso (algo que se ha convertido en habitual en ella) y con los problemas físicos que no logra superar. Todo ello no fue importante en la primera manga, donde la estadounidense, número cuatro mundial, plantó cara a Hingis y la llevó de cabeza con golpes ajustados a las líneas, que acababan desbordándola. Pero le pasó factura al final.
Que Seles se impusiera en la manga inicial fue una auténtica sorpresa para Hingis. No lo esperaba. Y menos aún, después de haber salvado la rotura de saque que sufrió en el noveno juego (5-4 de Seles y saque), y de salvar una bola de manga de la ex yugoslava. En realidad la primera manga pudo concluir bastante antes, porque Hingis tuvo dos bolas para decidirla en el 12º juego. Pero perdió en el desempate.
Las dos últimas mangas fueron un compendio excelente de lo que no debe ser el saque para una jugadora de élite. Entre las dos se lo rompieron 12 veces. Hingis regaló un break con una doble falta, y con otra vio como se le escapaba su primera bola de partido. Pero cuando todo se estaba decidiendo, Seles, que se entregó hasta la extenuación pero llegó mal a las bolas, ya no estaba para ganar sino para resistir.
Hingis se mantiene como número uno del mundo, más por su regularidad que por el crédito que actualmente le da su juego. El año ha sido bueno para ella, con triunfos en los torneos de Tokio, Scottsdale, Miami, Hamburgo, Hertogenbosch, Montreal, Filderstadt, Zúrich y el Masters. Pero una campeona como ella no se siente satisfecha sin ganar un Grand Slam.
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