El Atlético regresa a la caverna
Los rojiblancos, incapaces de ganar al Eibar, que jugó con uno menos desde el minuto 24
Una semana le duran al Atlético las fiestas, las resurrecciones y los propósitos de enmienda. Una semana, siete días. Ni uno más. Basta que un equipo menor, como el Eibar, se asome al Calderón, y actúe más de una hora en inferioridad numérica, para que el Atlético, otro conjunto menor, regrese a la caverna.Se suponía que enterrado estaba aquel discurso que maniató a los rojiblancos a principios de temporada; ése que rezaba que para sobrevivir en la categoría había que echar a un lado el buen fútbol, lo que no dejaba de ser una monumental memez. Y ayer, a ratos, amenazaron con hacer un juego decente: cuando marcaron su gol y acumularon más de una ocasión.
Enfrente, contemplando los hechos, estaba el Eibar, al que se puede considerar el prototipo del segunda. Un equipo que vive para proteger a su portero y en el que cualquier acción de ataque no puede considerarse sino un accidente. Un cuadro, en fin, cuya imaginación está por descubrir.
ATLÉTICO 1- EIBAR 1
Atlético de Madrid: Toni; Santi, Hibic, Hernández (Paunovic, m. 79); Njegus, Juan Gómez, Llorens; Aguilera, Hugo Leal; Correa (Kiko, m. 79) y Salva.Eibar: Jáuregi; Luis Prieto, Galdames, Matxon, Gurrutxaga, Casquero; Aitor Agirre (Gartzen, m. 33), Olano, Soria; Xabi Alonso (Arenaza, m. 69); y Llorente (Sendoa, m. 69). Goles: 1-0. M. 21. Salva se adelanta a la defensa rival tras el saque de un córner y aprovecha la salida en falso de Jáuregi para marcar de gran cabezazo. 1-1. M. 71. Olano recibe un balón largo en el área, cede atrás y Sendoa fusila. Árbitro: Téllez Sánchez. Amonestó a Santi, Hugo Leal, Njegus, Olano, Gurrutxaga, Arenaza, Llorente y Matxon. Expulsó por dos amonestaciones a Galdames (m. 24). Unos 45.000 espectadores en el Calderón.
Pero así lleva el Eibar años aguantando en la categoría. Un empate aquí, un triunfo mínimo allá... Un superviviente nato que se vio de repente con un jugador menos como de repente se vio con un gol a favor. Y el Atlético, temblando. De poco sirvió que Hugo Leal intentara echarle sentido común a su juego. De menos sirvió el sacrificio de Aguilera. Para venirse abajo el Atlético no necesita que nadie le empuje. Le basta con desperdiciar un par de oportunidades para empequeñecerse. Y que conste que si un equipo mereció, a la postre, ganar, ése fue el Eibar, que desperdició varias bazas para sentenciar cuando ya su rival estaba cegado por la impotencia. En vista de los hechos, el Atlético aún tiene que darse con un canto en los dientes por el puntito conseguido.
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