El dilema de las obligaciones defensivas
El cumplimiento de las obligaciones defensivas y su reparto es el germen de la división del vestuario entre apocalípticos e integrados.Los pesimistas dicen sufrir en el campo. Se trata sobre todo de defensas y centrocampistas, más o menos hartos de ver cómo son desbordados en situaciones de inferioridad numérica, cada vez que el rival tiene el balón. Jugadores que imaginaron con desánimo que después de caer ante el Mallorca, el Numancia y el Spartak, el equipo entraría en una dinámica de malos resultados imparable, propiciada por un planteamiento extremadamente osado: jugar con demasiados futbolistas de ataque, que no quieren defender. Curiosamente, entre los que se lamentan hay algún delantero titular. "No me llegan balones", dice. "Y así no puedo hacer nada".Entre los optimistas destaca uno que atribuye los problemas del Madrid no al exceso de delanteros sino a una cuestión de cansancio. Se trata del Roberto Carlos -jugador que ataca más que defiende-, y que públicamente dice estar contento con el funcionamiento del equipo: "El equipo está muy bien. Estamos muy motivados. Si a veces se defiende mal es porque el calendario está muy cargado y muchos jugadores acusan el cansancio".
No es nuevo el dilema en torno a la relajación defensiva. Las polémicas de este tipo son viejas en el vestidor madridista y con Del Bosque en el banquillo se han rebajado. Ahora el grupo es más solidario, pero el choque de egos entre estrellas es -y ha sido- inevitable, y donde se expresa con mayor intensidad es a la hora de asumir sacrificios. Basta con recordar las pugnas de Seedorf y Mijatovic, hace dos años, en el campo de Riazor.
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