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El peor Barcelona desde 1987 no halla argumentos para responder a su crisis

El presidente, Joan Gaspart, y la plantilla defienden la continuidad de Serra Ferrer ante una directiva dividida

Un ejercicio de contricción encabezado por el presidente y secundado por el plantel atemperó ayer la controversia en el Barcelona por sus malos resultados en su peor comienzo desde 1987, un año antes de la llegada de Johan Cruyff. A falta de respuestas, Joan Gaspart pidió paciencia -y perdón al Milan-, lo que muestra la fragilidad de un proyecto por desarrollar. El debate se reduce a la continuidad del técnico, Llorenç Serra Ferrer, sin reparar en que la situación se repite cada noviembre. Dada su amplitud -85 miembros-, es fácil que la directiva esté dividida.

La situación por la que atraviesa el Barça es, a estas alturas, cuando se ha disputado ya la décima jornada de Liga, la peor desde la temporada 1987-1988, aquella en la que Terry Venables empezó en un banquillo que acabó ocupando Luis Aragonés. Cuatro días después de su eliminación en la primera fase de la Liga de Campeones, la de dieciseisavos de final, el Barça sufrió un nuevo tropiezo en el Camp Nou ante el Villarreal (1-2). El tropiezo ha dejado al Barça con 16 puntos en el séptimo puesto, sus peores cifras desde 1987. Llorenç Serra Ferrer recibió ayer el apoyo tanto del presidente, Joan Gaspart, como de cuantos jugadores fueron preguntados por la situación del equipo, que suma las mismas victorias (cinco) que partidos no ganados (cuatro derrotas y un empate)."No se debe cuestionar al entrenador ni a nadie porque crea inestabilidad y nos falta regularidad", apuntó Alfonso; "el fútbol da muchas vueltas y tenemos plantilla para optar a todos los títulos". Arnau se sumó a la petición: "Nos quedan alicientes para continuar compitiendo y no hemos perdido la confianza en el entrenador. Así que no hay que hacer dramas de una derrota". Sergi abundó: "Sería precipitado hablar de cambios. Tanto el técnico como la plantilla necesitan un voto de confianza porque acabamos de empezar". Xavi insistió: "Llevamos poco tiempo trabajando para pedir ya medidas". Y Puyol resaltó: "Hay que dar confianza al preparador".

Serra Ferrer conversó ayer por la mañana con Gaspart y de su reunión salió una declaración de intenciones. "He hablado con el técnico para animarle y él me ha animado más a mí que yo a él", dijo Gaspart; "Serra Ferrer tiene el crédito ilimitado para llevar al Barcelona a ganar la Copa, la Liga y la Copa de la UEFA, cuya conquista paliaría el primer gran fracaso, la eliminación de la Liga de Campeones". "El entrenador y los jugadores cuentan con la confianza de la directiva, que no cuestiona a nadie", remarcó, "aunque no descarta fichajes en diciembre pese a que el técnico no los ha solicitado".

Al mismo tiempo, Gaspart pidió públicamente perdón por sus acusaciones al Milan -"como aficionado, puedo pensar que no se empleó a fondo; como presidente, debo callar"- y por su comportamiento disuasorio en la conferencia de prensa posterior a la derrota del pasado domingo ante el Villarreal: "En los diez últimos días ya he cubierto el cupo de errores".

La declaración institucional del presidente fue mucho más conciliadora que la de determinados directivos, que cuestionan a Serra Ferrer por no saber aprovechar, dicen, una plantilla que cuenta con 16 jugadores internacionales, según las convocatorias de esta semana. Las discrepancias en la junta son propias de su complejidad -la integran 85 personas-, circunstancia que dificulta la gobernabilidad y la operatividad e imposibilita la autocrítica.

La vulnerabilidad de Serra Ferrer, sometido a los resultados, contrasta con su poder, puesto que es igualmente el director técnico. De ahí, la dificultad para delimitar responsabilidades. En este contexto, más que al entrenador, en determinados foros azulgrana se acusa a la junta de defender un proyecto desestructurado y frágil. Gaspart prefiere asesores a profesionales. Las dudas, así, afectan por igual al plantel, el técnico y el presidente, por lo que resulta difícil encontrar respuestas a los problemas. La junta prefiere remitirse a los resultados antes que al proyecto, de manera que cuando se pierde "hay que aguantar", como resumió un directivo.

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