Tenorio
"Por dondequiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, la justicia burlé y a las mujeres vendí. Yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé...". Hace tres o cuatro años que no ponían el Tenorio en Madrid; entretanto, he visto alguna vez a Gustavo Pérez Puig, director del Español, que siempre había programado la obra para los días de difuntos. Se excusaba y ponía cara de propósito de la enmienda. Este año lo ha cumplido. Y a las mil maravillas."Y, ¿qué nombre usa el galán? -Don Juan.- ¿Sin apellido notorio? -Tenorio.- ¡Ánimas del purgatorio!". No poder ver el Tenorio en noviembre era como si no fuera noviembre. Como si nos fallaran las brevas en junio o los higos en septiembre. No por amor a las tradiciones, sino porque el Tenorio es, por su teatralidad, una de las mejores obras que se han escrito. Decía Fernández Flórez que el día que deje de ponerse, España será quizá mejor que antes, pero no será España.
"Don Juan, yo la amaba, sí; mas con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí". Ha sido un gran acierto dar papel de Don Juan a dos actores; en la primera parte, un impetuoso joven, y en la segunda, un hombre maduro, que vuelve a Sevilla y ve su palacio convertido en el panteón de aquellos a quienes mató. "Hombre es Don Juan que a querer volverá el palacio a hacer encima del panteón".
"Mas, ¡qué veo, santo Dios! ¡Un papel; me lo decía a veces mi mismo afán! ¡Doña Inés del alma mía y la firma de Don Juan!". A Zorrilla no le gustaba el Tenorio, le parecía una obra menor llena de errores cronológicos y de ripios. Es verdad. Pero, ¿qué tiene para que 161 años después de su estreno siga llenando los teatros y entusiasmando al público cuando ya no hay calaveras ni novicias como Doña Inés?
"¡Sí, sí, sus bustos oscilan; su vago contorno medra. Pero Don Juan no se arredra; alzáos, fantasmas vanos y os volveré con mis manos a vuestros lechos de piedra!". Quizá el encanto del Tenorio resida en que nos ofrece una ingenua historia de otro tiempo que nos gustaría podernos creer.
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