Tristán y Valerón se hermanan

Son dos tipos de andar lánguido y un tanto evanescentes: aparecen y desaparecen sin que el espectador sepa muy bien en qué momento están de verdad en los partidos y en qué momento vagan por otros mundos. A ambos les está costando labrarse un porvenir en A Coruña, pero, defectos anímicos al margen, se trata de dos futbolistas repletos de recursos. Anoche sus caminos se cruzaron por primera vez y gracias a ese hermanamiento el Deportivo se llevó la victoria. Valerón aportó lo que mejor sabe: regatear y pasar. Tristán puso dos majestuosos disparos que bastaron para tumbar al Zaragoza.Tras otra semana de glorias europeas, el Deportivo regresó a la más prosaica realidad de la Liga falto de ideas y escaso de espíritu. Parece inevitable -y no sólo en el caso de los coruñeses- que las euforias continentales dejen una profunda resaca en los equipos, que al regresar a la competición nacional dan la impresión de aburrirse, de haberse quedado sin el estímulo que aportan la vieja mística y la nueva mercadotecnia de la Copa de Europa. Algunos de esos síntomas se apreciaron anoche en el Deportivo, que gobernó el partido y persiguió la victoria, pero todo ello envuelto en cierto aire de rutina que rebajó el ritmo del choque.

El Zaragoza se mostró respetuoso con el rival. Para suplir los goles y la corpulencia de Milosevic, el Zaragoza se ha encomendado a una banda de guerrilleros bajitos, que comanda Acuña en la retaguardia y usa de avanzadilla a Jamelli, un ariete improvisado que parece desafiar las leyes de la naturaleza: es brasileño, rubio, menudo y, para colmo, luce el número '3'. Pero aunque transmita extrañeza a primera vista, la banda de los bajitos sabe jugar al fútbol. Anoche, cada vez que lograron asociarse entre ellos, el peligro acechó el área de Molina.

Ante la creciente amenaza zaragocista, el Deportivo sacó la pegada. Sólo un minuto después de que Acuña malgastase una oportunidad, Valerón recibió dentro del área, abrió a la derecha hacia Diego Tristán y éste dejó a todo el mundo helado con un tiro seco, rectilíneo y preciso que se abrió paso entre los defensas hasta alcanzar gloriosamente la escuadra contraria. Con una acción propia de los goleadores de primera clase, Tristán volvía a ganarse el fervor de la grada.

Tras el descanso, los gallegos pasaron algunos apuros, pero enseguida apareció esa nueva sociedad, inédita hasta anoche, entre Valerón y Tristán. El canario se aventuró por la derecha, burló al defensor y escogió el mejor centro en estos casos, sobre el jugador que irrumpía en el área entrando desde atrás. Dio la casualidad de que el que llegaba era Tristán y la cosa acabó con otro imponente misil.