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Moscú dice que la causa más probable de la tragedia del 'Kursk' fue el choque con "un objeto submarino"

El viceprimer ministro ruso, Iliá Klebánov, que preside la comisión especial del Gobierno, no pudo cumplir su promesa de anunciar ayer oficialmente la causa de que el sumergible nuclear ruso Kursk naufragase el pasado 12 de agosto. Según él, sólo tras izar la nave a la superficie (el próximo verano) se llegará a una conclusión definitiva. Sin embargo, afirmó que los batiscafos del barco científico Mtislav Keldish y los buzos rusos y noruegos que participaron durante más de dos semanas en la operación de rescate han obtenido materiales que aportan "argumentos serios" a favor de la hipótesis más preocupante: el "choque con un objeto submarino".

El jefe de la flota, Vladímir Kuroyédov, lleva semanas apostando por la versión de que se produjo una colisión con un submarino de la OTAN, de nacionalidad por determinar, que supuestamente espiaba las maniobras rusas en el mar de Barents. Ayer, Klebánov dijo que los compartimentos 1 y 2 del Kursk muestran claros signos de un choque, que la profundidad a la que éste debió producirse apunta a que no fue con un barco de superficie, y que hay en el casco muescas longitudinales que sugieren un fuerte rozamiento y que destruyeron una goma de la parte superior.El ministro de Defensa, Ígor Serguéyev, que asistió a la sesión, aseguró que, si se determina que el Kursk se precipitó al fondo del mar de Barents -donde ahora yace a 108 metros de profundidad con 106 cadáveres en su interior-, tras chocar con un submarino extranjero, éste será identificado. "Se están recogiendo muestras metálicas y está en marcha una investigación a fondo", añadió.

En los próximos días, el Mtislav Kieldish volverá a la zona en la que se produjo la catástrofe, y sus batiscafos, dotados de cámaras especiales, seguirán trabajando para obtener nuevos indicios. El crucero Pedro el Grande, desde el que se dirigió la primera operación rescate, y otros barcos de apoyo seguirán en la zona hasta que el Kursk se ice a la superficie.

Ayer se anunció también que en esa operación, que coordinará la firma estatal Rubin (que diseñó el sumergible) será un proyecto internacional en el que participarán EE UU, Noruega, Bélgica y otros países europeos. Según Klebánov, la apertura en el casco de agujeros para intentar recuperar los cuerpos de los tripulantes (sólo se pudo rescatar a 12) no pone en peligro el éxito de esa empresa.

El viceprimer ministro dio ayer peso a la hipótesis que más conviene a Rusia. Si el "enemigo exterior" (reliquia de la guerra fría) fuese culpable, quedaría a salvo el orgullo de la máquina militar rusa. Ésta es un pálido reflejo del antiguo Ejército Rojo y se hundió con el Kursk un poco más de lo que ya estaba después de una década de precipitarse cuesta abajo. No obstante, todavía no se han descartado oficialmente las otras dos posibilidades: explosión interna de un torpedo y choque con una mina o un cohete de la II Guerra Mundial.

Lo que no cabe esperar es que las autoridades rusas den muestras en este caso de la glasnost (transparencia informativa) que Mijaíl Gorbachov convirtió en bandera del cambio del gigante soviético. Ayer, 13 días después de que se anunciase el descubrimiento de una nota en el cadáver de uno de los 118 marineros que se hundieron con el Kursk, Klebánov informó de que se descubrió una segunda nota, no menos dramática que aquella, y fechada a las 13 horas del 12 de agosto.

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No explicó los motivos del retraso en hacerla pública, ni identificó al tripulante que la escribió. Sólo recogió algunas frases, como una que confirma lo ya escrito por el teniente de navío Dimitri Kolésnikov: "Estamos 23 en el compartimento número 9". Y otra que refleja la angustia indescriptible de los supervivientes, cuyo destino fue aún más trágico que el de quienes murieron instantáneamente: "Todos nos sentimos mal. Nos debilitamos por los efectos del monóxido de carbono que provocó el fuego. La presión está aumentando. Si salimos al exterior, no soportaremos la compresión". Según la agencia Interfax, el tripulante añadía: "No sobreviviremos más de 24 horas".

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