Ignacio Martínez de Pisón recrea en su última novela el territorio de la infancia

Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960) vuelve a explorar los territorios de la familia y la infancia en su última novela, María bonita (Anagrama). La elección del título de la canción que el mexicano Agustín Lara compusiera para la actriz María Félix no es casual: el autor trata de evocar un tiempo féliz, el de la infancia, en la España encorsetada de los años 60. ¿Por qué el ser humano no tiene derecho a elegir su futuro, su familia, su felicidad?, es la pregunta que trata de responder la protagonista de una historia de perdedores.

El título de la última obra del autor de Carreteras secundarias es la banda sonora del sueño de felicidad que tiene la niña protagonista, María, "y el leitmotiv que aparece constantemente y siempre unido a la persona que de alguna manera le va a facilitar ese acceso a la felicidad y que es la tía Amalia", dice Martínez de Pisón. El escritor presentó ayer María bonita en Bilbao dentro de los actos paralelos a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión.La tía Amalia representa el glamour frente a la vida vulgar y fatalista de la madre de la protagonista en los años 60 de una España franquista en la que se empieza a vislumbrar el lujo. El escritor compara su novela con un cuento de hadas que esconde los personajes de la Cenicienta que anhela convertirse en princesa; su madre, la bruja; su tía, el hada, y hasta un rey, representado por Don Juan de Borbón, e incluso Marisol, la actriz, la niña que todas las de su época querían ser. "Una infancia de una niña de los años 60 difícilmente puede explicarse sin un fenómeno como el de Marisol", dice el autor. "Yo recurro a la película Un rayo de luz porque coincide mucho con la historia de la novela, es como el espejo en el que se mira la protagonista; esa dualidad, ese poder elegir entre dos personajes que conviven en ella: la hija de la cantante española y del aristócrata italiano, en el caso de la película de Marisol".

La pérdida de la inocencia

Martínez de Pisón retorna al tiempo de la infancia -"en realidad, no salgo de ahí"- porque considera que es una etapa que marca para siempre la vida y le permite asistir a la transformación de sus personajes. "El fin de la infancia es la pérdida de la inocencia y el momento en que empiezas a soñar que cualquier infancia fue buena, aunque no no como la recordamos", dice.La búsqueda de la felicidad, la posibilidad de variar el rumbo establecido planea constantemente sobre María bonita. "Hasta mediados del siglo XIX no empieza a acuñarse la idea de felicidad. La felicidad es un invento relativamente reciente al que, por ejemplo, madame Bovary cree que tiene derecho y por eso quiere romper con su vida. De la misma manera, la niña de mi novela cree que tiene derecho a cambiar la suya y optar por una más féliz. La tradición literaria anterior a la novela burguesa del siglo XIX excluía la posibilidad de soñar con la felicidad", recuerda.

Martínez de Pisón cree que la idea de la felicidad es una trampa detrás de la que los seres humanos avanzan sin conseguirla, al menos en su plenitud, que es lo que le ocurre a la niña de la novela. Aunque en María bonita está muy presente la estructura cinematográfica, sin embargo esta novela no seguirá los pasos de Carreteras secundarias, trasladada al cine con guión del propio escritor. "La experiencia fue muy satisfactoria ya que mis libros están muy influidos por los procedimientos narrativos del cine, pero ahora no voy a hacer un guión".