La Compañía de Teatro Clásico lleva al Victòria 'Maravillas de Cervantes'
La idea de unir trayectorias en principio tan dispares como la de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y la de Comediants está produciendo muy buenos frutos. La colaboración cristalizó en marzo con el estreno en Madrid de Maravillas de Cervantes, dirigido por Joan Font. El exitoso montaje ha recorrido media España y ahora recala en el teatro Victòria de Barcelona, ciudad que ya lo recibió -y muy bien- la pasada edición del Grec.
La relación ha sido tan positiva que, según Font, todo apunta a que se repetirá. "Hemos hablado con la compañía de la posibilidad de continuar este diálogo", aseguró ayer, sin querer ampliar sus explicaciones. De momento, el esfuerzo se concentra en las numerosas actuaciones todavía pendientes de un espectáculo que se despedirá del público el próximo mes de marzo, en el mismo teatro de su estreno.Maravillas de Cervantes reúne cinco de los entremeses escritos por el padre del Quijote. Son La cueva de Salamanca, La elección de los alcaldes de Daganzo, El viejo celoso, El retablo de las maravillas y Los habladores. Esta última pieza se representa fragmentada, como hilo conductor del resto, para proporcionar un tono global al montaje. La repetición de algunos personajes-tipo en los diversos entremeses (la criada, el alguacil, el sacristán, el escribano), la música y, sobre todo, el tono festivo que marcan los distintos entremeses, facilita esta concepción unitaria. El montaje reúne en escena a 14 actores que dan vida a 50 personajes y exploran múltiples vertientes escénicas (cantan, bailan, hacen acrobacias). "Es una mezcla de lenguajes muy propia de Comediants", explica Font, que ve el espectáculo como una síntesis entre pasado (Cervantes), presente (el contenedor que se utiliza como elemento central de la escenografía) y futuro (a través de un animal-robot del que brota la música en algunos de los pasajes).
Font habla del espectáculo con la ilusión intacta del primer día. Es la misma actitud positiva que le ha llevado a aceptar la propuesta del recién nombrado director del Teatre Lliure, Josep Montanyès, de participar en el proyecto del nuevo teatro. "Creo que debemos encontrar nuevas formas de producción, creación y funcionamiento, debemos hacer un voto de confianza desde dentro", afirma. Font se desmarca de la postura de Albert Boadella, responsable de Els Joglars, que no quiere colaborar con el Lliure hasta que no sea un teatro público. Font cree que el modelo de los grandes teatros nacionales está en crisis, que éstos deben buscar nuevas fórmulas desde las cuales encarar el futuro.
En esta necesidad de apertura inscribe su colaboración con la Compañía de Teatro Clásico y también su respaldo inicial al nuevo Lliure. "Es cierto que detrás del teatro hay una fundación privada, pero ya conozco cuál será el final si pasa a ser únicamente un teatro público. Prefiero estar dentro para poder opinar", subraya. "El Palau de l'Agricultura es un gran teatro, es un lujo, y si puede utilizarse de una forma abierta, con muchos creadores, para hacer cosas desde puntos de vista distintos al oficialista, siempre será un enriquecimiento", añade. Font, que no sabe todavía cuál será su vinculación concreta al proyecto, redondea su argumento: "No soy rencoroso. Si se me necesita y puedo aportar algo lo haré, y si no me iré a a casa".
En Maravillas de Cervantes intervienen 14 actores que dan vida a cerca de 50 personajes. Son los protagonistas de los cinco entremeses reunidos en el montaje. Font no quería hacer un espectáculo fragmentado, una sucesión de las distintas piezas, y utilizó Los habladores como hilo conductor para un espectáculo unitario. Este entremés se ha dividido en partes que se intercalan entre los otros textos y los cohesionan. La sensación de globalidad la permite también el hecho de que Cervantes construyó una serie de personajes-tipo que se heredan de un entremés a otro: el escribano, el sacristán y, especialmente, la criada, Cristinita, que en cada pieza se describen como diferentes ángulos de un mismo ser humano. Su caracterización es obra de Juan José Guillén, al igual que el vestuario y la escenografía.
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