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FÚTBOL Séptima jornada de Liga

El Alavés sube sin hacer ruido

Los de Mané acaban con la imbatibilidad del Rayo y se ponen terceros

El Rayo se encontró ayer en Vallecas con la horma de su zapato y perdió su imbatibilidad ante un Alavés que ha hecho del oportunismo y la efectividad su razón de ser. Fue una especie de traición entre hermanos, un cara a cara entre dos almas gemelas, dos equipos modestos que viven días de vino y rosas.El Alavés, no podía ser otro, acabó con el aura de equipo rocoso y fiable que había exhibido el Rayo. Mané y sus muchachos, una cuña de la misma madera que da forma al equipo de Vallecas, les arrebataron a los madrileños aquello que nadie había conseguido: los tres puntos. Les bastó con un gol de Javi Moreno, para qué más, y un entramado defensivo que desquició al Rayo, incapaz de encontrar el más mínimo resquicio.

RAYO VALLECANO 0 ALAVÉS 1

Rayo Vallecano: Lopetegui; Alcázar (Glaucio, m. 57), Ballesteros, De Quintana, Mingo; Helder, Poschner, Quevedo (Setvalls, m. 57), Míchel; Bolo y Bolic (Bartelt, m. 77).Alavés: Herrera; Contra, Eggen, Karmona, Téllez, Geli; Tomic, Desio, Jordi Cruyff (Mario, m. 82), Pablo (Magno, m. 61); y Javi Moreno (Ibón Begoña, m. 69). Gol: 0-1. M. 4. Lopetegui no ataja un centro de Jordi Cruyff, el balón lo recoge Javi Moreno y marca por alto. Árbitro: Llonch Andreu. Amonestó a Mingo, De Quintana, Míchel, Herrera, Karmona, Javi Moreno, Jordi Cruyff, Tomic, Desio, Ibón Begoña y Mané. Unas 8.000 personas en el Teresa Rivero.

No fue por falta de tiempo. Desde que en el minuto cuatro se adelantó en el marcador, el Alavés le dio el balón al Rayo, se echó atrás seguro de su ventaja y no asomó más que en esporádicos y vertiginosos contragolpes. Tan simple receta enredó a los locales, por más que estuviesen avisados. El Alavés fue el de siempre, con las mismas armas que le consagraron la pasada temporada entre los mejores de la Liga y que de nuevo este curso ya le han colocado en lo más alto.

Cierto es que el Rayo se lo puso fácil. En una jugada en la que se mezcló el infortunio y el despiste, Jordi Cruyff aprovechó que Mingo se quedó tendido en el suelo doliéndose de un golpe para internarse por la derecha y lanzar un centro-chut que Lopetegui no acertó a atajar ni a despejar. Javi Moreno, con la escopeta presta, cazó el balón y en acrobática postura lo envió al fondo de la red. El Alavés ya había puesto el partido donde quería: sobre los hombros del Rayo.

Los locales, aturdidos, acusaron el golpe. Había que remontar, pero ¿cómo? Con los puntos en el bolsillo, los vitorianos no concedían la más mínima alegría. El Rayo tenía el balón, pero no sabía usarlo. Mucho dominio, pero ninguna oportunidad clara. Mejor se las pintaba el Alavés, con un Javi Moreno que se descolgaba constantemente a las bandas para, con una rapidez que creó enormes problemas durante toda la tarde a la zaga rayista, trazar peligrosas diagonales. Los vertiginosos contragolpes de Contra y Geli acrecentaban la sensación de que era el Alavés el que estaba más cerca de volver a marcar. A punto estuvo de hacerlo a los 54 minutos, pero Javi Moreno lanzó a las manos de Lopetegui un penalti que le había hecho De Quintana.

El Rayo, peleado con las bandas, seguía empeñado por entonces en penetrar por el centro, para desesperación de la grada. Pero entraron Setvalls y Glaucio, y entonces sí. Entonces el Rayo ensanchó el campo, empezó a mover la pelota, y asedió a un Alavés que, viendo las orejas al lobo, se encogió aún más para defender el resultado. Arañando segundos en cada falta, en cada fuera de banda, en cada saque de portería, dejó que el Rayo se ahogase en su propia angustia y se llevó los tres puntos.

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