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Los futuros de Izquierda Unida

El 2000 lleva camino de convertirse en un año de referencia histórica para la izquierda española. Lo será si llega a cuajar el proyecto del actual grupo dirigente del PSOE y si la VI Asamblea Federal de IU es capaz de resolver los dilemas y antinomias que nos plantea la observación de su recorrido y, sobre todo, el actual estado de debate interno. Más allá de las simpatías o antipatías que IU despierte, el desarrollo y desenlace de su crucial VI Asamblea afecta a la vida política española y a la reflexión de las personas interesadas por el futuro de las culturas de izquierda en nuestro país. Guste o disguste hay que partir de esta realidad: IU es la segunda fuerza de la izquierda y es el referente político e ideológico de varios millones de españoles, entre ellos muchísimos lectores de EL PAÍS. IU sigue siendo el ámbito de interacción política de los ciudadanos que la siguen votando y también de aquellos abstencionistas de izquierda que anteriormente la han apoyado, pero que en los últimos tiempos han rechazado con su huelga electoral a una IU que les disgusta profundamente. Su persistencia como fuerza parlamentaria en uno de los peores momentos de su historia nos revela que para una parte significativa de la población existen razones sociales, políticas, ideológicas y morales para situarse a la izquierda del PSOE; en definitiva, para ser algo más que socialdemócratas o socialiberales.El respeto y la atención a esa parte de la población nos exige analizar los dilemas a los que se enfrenta la VI Asamblea de IU. Las resoluciones de los delegados nos indicarán si nos encontraremos ante una nueva fase o ante la aceleración de una marcha que convierta en realidad el chiste fácil que identifica a IU con IH (Izquierda Hundida). Para este último viaje no faltará el "alcohol para legionarios de la revolución pendiente", es decir, el "colocón ideológico" que cual nuevo "opio del pueblo" hará creer que de derrota en derrota se llega a la victoria final.

IU tiene futuros diversos y la identidad de éstos dependerá de cómo resuelva algunas de las antinomias que la han llevado a su estado actual. Pocos militantes y dirigentes niegan la existencia de un malestar y una profunda desazón. Si no tiene sentido disolverse, hay que saber diseñar el futuro. Un camino conduce a la creación de un gueto político ultrarrojo de mera protesta y resistencia con connotaciones de secta ideológica. El otro lleva a la configuración de una izquierda radical capaz de crear un nuevo modelo para la acción y la cultura política que vaya más allá de los dos grandes referentes políticos del siglo XX: la socialdemocracia y el leninismo. IU sólo tiene sentido si se piensa que esta creación es posible y necesaria para responder a grandes cuestiones sociales que la socialdemocracia y no digamos el socialismo liberal están siendo incapaces de afrontar y resolver. IU sólo es viable si el PSOE no logra articular una respuesta política y económica a determinados problemas reales y no ideológicos.

Es la insuficiencia de la respuesta socialdemócrata o socialiberal a los desafíos de la ecología, las nuevas relaciones laborales, la precarización del empleo, las desmilitarización, la justicia internacional o la concentración del poder económico la que permite la existencia de un espacio, por pequeño que sea, a la izquierda de la izquierda mayoritaria. Hoy ese espacio es más bien un vacío pintado de rojo, verde y violeta, pero "lo rojo", "lo verde" y "lo violeta" son el cuerpo y el alma de un futuro humano con sentido.

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IU nació de una conjunción de desolaciones y reánimos. El PCE no sólo dejó de ser "el" partido, sino que ingresó en la UVI del hospital de la política. El gobierno del PSOE produjo desencanto en un sector no despreciable de la izquierda, empezando por la UGT. Millones de personas creyeron llegada la ocasión de crear algo nuevo y distinto al PCE y al PSOE, que no fuera ni una nueva edición de la socialdemocracia, ni un remedo del comunismo imperante. Esta operación era muy difícil y la desazón actual, especialmente de esa gran bolsa electoral de abstencionistas de izquierda, proviene de que IU no ha logrado articular esa innovación político-cultural en la vida española. La respuesta de la VI Asambla a algunas antinomias existentes nos indicará si todavía hay tiempo para reactivar aquella ilusión colectiva de tantas mujeres y hombres de la plural izquierda española.

En el ámbito ideológico IU tiene dos futuros. Uno pasa por convertirse explícitamente en el partido de la refundación comunista, una especie de sucursal del PRC italiano o del PC portugués. Las siglas actuales serían la forma de enmascarar lo que algunos consideran "el frente estratégico del PCE". El otro futuro pasa por la instauración de una formación ecosocialista cimentada en la cultura roja, verde y violeta, la cual va mucho más allá de la comunista, aunque incorpora críticamente aquellos elementos válidos y perdurables de ésta.

El modelo de organización política es una cuestión crucial. IU puede seguir siendo una coalición electoral de vértices de partidos con interminables disputas sobre cuotas de poder y referentes ideológicos y programáticos, o bien atreverse a realizar un big bang y convertirse en un único partido federativo, previa autodisolución de los actualmente existentes. La actual lucha cainita dentro del PCE para ver qué sector se impone a la Asamblea demuestra que el actual modelo es perverso y que la expulsión de NI y el abandono de casi todos los "verdes" no ha resuelto el problema. Con la actual configuración es muy difícil tener una cultura, un programa y un discurso común; y lo que es peor, es imposible disponer de un mecanismo homogéneo de socialización política interna y externa. Evidentemente este partido federativo tendría que saber innovar la política logrando una articulación armónica de las tres inspiraciones que hoy coexisten de espaldas en IU: la socialista, la comunista y la ecologista-feminista.

IU podrá ampliar su espacio sociopolítico si las gentes perciben que es algo radicalmente distinto del PCE. El discurso, la dirección y la oferta programática de IU han de ir mucho más allá del paradigma comunista clásico. El interesante pensamiento neocomunista producido por importantes intelectuales colectivos de revistas como Mientras tanto, Viento sur o El Viejo Topo es un patrimonio básico de IU, pero incluso éste está tan mezclado con otras tradiciones y pensamientos que pone las bases para una izquierda postcomunista que se lleva consigo el patrimonio marxista, pero va mucho más allá de él.

El futuro de IU desde la perspectiva de la elaboración programática se vincula a su capacidad innovadora en ciertas cuestiones relevantes a las que el PSOE no les concede centralidad. Me refiero a grandes temas como la democracia económica, la reestructuración ecológica de la producción y del consumo, la desmilitarización y la pobreza internacional que causa las migraciones. También son decisivos para una izquierda radical asuntos como la exclusión social, la precarización del empleo, la política fiscal progresiva, el nuevo autoritarismo en las empresas con el aumento constante del tiempo real de trabajo. Otros puntos básicos de su agenda política deberían ser la organización de la actividad y del espacio-tiempo desde una perspectiva feminista, las rentas mínimas o salario universal garantizado, el control público de las elevadas plusvalías de grandes empresas y bancos y su redistribución por vía impositiva, una política integral de solidaridad internacional. La relevancia concedida a todos estos temas y las divergencias en las respuestas a problemas bien reales, nada ideológicos, son los que justifican tristemente la existencia de dos izquierdas en España. Por ahí tiene IU un futuro y un espacio, pequeño ciertamente, pero suficiente para convertirse en un polo de la izquierda capaz de sostenerse en torno a un 10% de apoyos del electorado, pues la mayoría de nuestro pueblo oscila entre el centro-derecha y el centro-izquierda.

Los futuros de IU pasan también por resolver su problema de alianzas. Esta cuestión requiere que dirima si desea ser un movimiento sociopolítico con brazo parlamentario, para lo cual necesita las alianzas en la calle y no en el Congreso, o pretende influir en la política institucional. En el primer caso, basta con reforzar la relación con los nuevos movimientos sociales y las ONG, convirtiéndose en una correa de transmisión política de sus planteamientos. En el segundo caso, tiene que precisar su relación inevitable con los sindicatos y, sobre todo, con el PSOE.

IU es débil y puede seguir siéndolo durante décadas por la escasez de "rojos, verdes y violetas", por su reducida implantación en zonas geoestratégicas de España, y por la imposibilidad de desplazar el influjo global del PSOE a través de la política municipal y autonómica de este partido. Si se es débil y se quiere hacer política institucional para acceder o influir en el gobierno, se plantea un dilema: desaparecer por integración en el partido fuerte más cercano o trazar una política de alianzas con él. El arte del político institucional débil y con convicciones radica en saber mantener una identidad diferenciada y lograr integrar al menos una parte de sus planteamientos en la izquierda mayoritaria. En esto la experiencia europea enseña. Más temprano que tarde IU tendrá que optar por el modelo portugués, el italiano, el francés o el alemán. No se sabe si ante todo querrá salvar su alma o preferirá perder la virginidad ideológico-política y mancharse en la gestión del socialismo posible dentro de la correlación de fuerzas existente.

La dependencia de la identidad diferenciada de IU de su íntima conexión con los movimientos sociales hace más complejo el problema de sus prioridades en las diversas políticas de alianzas. Dar preferencia a unas u otras tiene costos de distinto signo que deben ser asumidos y pagados, pues ninguna alianza sale gratis.

Los delegados de la VI Asamblea tienen la ocasión para tomar una decisión sobre estos y otros dilemas, salvo que la lucha cainita entre conspiradores polarice sus debates y provoque el hundimiento final.

Rafael Díaz-Salazar es profesor de Sociología en la Universidad Complutense.

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