El Deportivo resuelve por carácter
Los gallegos logran la clasificación tras una noche de agonía ante el Panathinaikos
Al más puro estilo de la casa, con toda la agonía y la emoción de por medio, el Deportivo acabó hallando un gol largamente buscado para asegurarse su pase a la siguiente ronda de la Liga de Campeones. Los gallegos vivieron una noche de sufrimiento frente a un rival que, sin grandes alardes futbolísticos, se empleó con el orden y la entereza suficientes para obligar al campeón español a un derroche de energía. A falta de juego, el Deportivo convirtió el choque en una cuestión de carácter y halló su premio cuando el partido afrontaba su recta final sin que se quebrara la firme resistencia del Panathinaikos.Si alguien había subestimado al Panathinaikos, los primeros minutos de partido sirvieron para medir la talla del conjunto griego y anunciar que el Deportivo no iba a vivir una noche de guirnaldas y matasuegras. Contra toda previsión, el Panathinaikos se metió en el partido con intenciones de acaparar la pelota y mirar hacia la portería contraria, una actitud que cogió por sorpresa al Deportivo y le hizo vivir unos momentos iniciales de bastante desconcierto. El conjunto de Irureta tardó diez minutos en caer del caballo y tomar consciencia de la situación, ante un rival que adelantaba la defensa hasta el medio del campo, que trataba de avanzar toque a toque y que no tenía miedo de pisar el área contraria
DEPORTIVO 1 PANATHINAIKOS 0
Deportivo: Molina; Manuel Pablo, Donato, Naybet, Romero; Emerson, César Sampaio; Víctor (Scaloni m. 63), Djalminha (Diego Tristán m. 82), Turu Flores (Fernando m. 61); y Pandiani.Panathinaikos: Chalkias (Nikopolidis m. 65); Saric, Henriksen, Goumas, Vokolos, Fissas; Basinas, Galetto (Paulo Sousa m. 46), Karagounis (Kola m. 61); Liberopoulos y Warzycha. Goles: 1-0. M. 82. Magnífico centro de Fernando desde la banda izquierda, Pandiani supera en el salto a un defensa y cabecea desde el punto de penalti para superar la estirada del portero griego. Árbitro: Kim Nielsen, danés. Aproximadamente unos 30.000 espectadores en el estadio de Riazor. Penúltima jornada de la Liga de Campeones, Grupo E. Con el triunfo de hoy el Deportivo se asegura la clasificación para la siguiente fase.
Hasta que no fue capaz de asomarse por las inmediaciones de la portería de Chalkias, el Deportivo no se sacudió el aturdimiento. Un remate de Turu Flores, que salió pegado al palo, metió a los gallegos en el partido. Emerson y Sampaio, extraviados al inicio, se afianzaron en el círculo central, se trazó la sutura entre las líneas del equipo y el Deportivo emprendió la ofensiva que se esperaba desde el primer momento. Durante diez minutos, los griegos trataron de mantenerse en pie bajo un diluvio de saques de esquina. En uno de ellos, un defensa sacó bajo los palos un cabezazo de Sampaio. Pandiani también falló un remate franco tras un excelente pase de Emerson, y Djalminha se quedó sin fuelle en el momento de encarar al portero tras una fabulosa carrera que él mismo había iniciado en la mediana del terreno.
El Deportivo había intimidado a los griegos más por carácter que por juego y, conforme se fue extinguiendo la chispa inicial, el Panathinaikos se serenó y ganó consistencia. La actitud del Deportivo siguió siendo irreprochable, pero el equipo volvió a desmadejarse bajo la tenaz presión de los griegos, que nunca dieron la menor concesión al adversario que recibía la pelota. El juego local se tornó confuso y predecible, sólo sostenido por el voluntarismo general. En circunstancias así, el Deportivo siempre puede confiar en que Djalminha se saque algún conejo de la chistera. Aunque el brasileño no rehuyó el liderazgo, se topó con la la ordenada estructura rival, que le impidió jugar entre líneas, ahí donde Djalma suele iluminarse.
Sin otras soluciones a mano, Irureta recurrió al espíritu de la guerrilla, es decir, a Scaloni y a Fernando. La pugna se hizo más enconada, y el Deportivo empujó al Panathinaikos hacia su área abriéndose paso a empellones y tirando del criterio que imponía Djalminha en los metros finales. Entre el empuje de unos y el talento del otro, al Depor no le faltaron oportunidades. Y, finalmente, la victoria llegó por el lado del coraje: Pandiani, uno de esos uruguayos que se comen el césped, se elevó para recoger un centro de Fernando y metió la cabeza para desviar la pelota hacia la escuadra a sólo ocho minutos de la conclusión. A falta de fútbol, el Depor sentenció por carácter.
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