La hegemonía de Frutos en el PCE refuerza su posición en IU

A sólo seis días de la asamblea que decidirá quién es el sucesor de Julio Anguita al frente de IU, Franciso Frutos, secretario general del PCE y uno de los dos máximos candidatos, exhibió ayer en la reunión del Comité Federal -antes Comité Central- una mayoría destacada frente a Gaspar Llamazares, el otro gran candidato, también comunista y miembro, como la tercera en discordia, Ángeles Maestro, del Comité Federal."Hoy hemos perdido la partida", admitía ayer Llamazares, quien, sin embargo, está convencido de que dispone de una holgada mayoría en toda Izquierda Unida, pese a la hegemonía del PCE. Frutos sostiene que los números están muy igualados, y la votación de ayer en el Comité Federal así parece demostrarlo. Frutos logró que se aprobara, por 76 votos a favor y 14 abstenciones, una resolución en la que se pide a todas las partes en conflicto que traten de llegar a un acuerdo. Esas abstenciones venían del sector del dirigente asturiano, ayer claramente en minoría. Llamazares considera que ya es tarde para un acuerdo y que sólo los delegados decidirán quién es el nuevo líder.

El asturiano logró, al menos, una mínima victoria. Sus partidarios temían que Frutos, a menos de una semana de la asamblea, lograra que el comité le nombrara como el candidato oficial de este partido, es decir, como el que cuenta con más apoyos dentro del PCE. Lo intentó Antonio Romero, ex coordinador de Andalucía, que ya en su región hizo algo parecido con su candidato, Diego Valderas. Pero Frutos impidió que prosperara, tal vez por temor a que pudiera ser contraproducente para su candidatura una última prueba de injerencia del PCE en Izquierda Unida.

La batalla se centra ahora en el método de elección del nuevo coordinador general. Llamazares pretende que los 861 delegados voten directamente, como sucedió en el PSOE. Frutos apuesta por el método vigente: los delegados eligen a 70 personas que luego nombran al líder. Este método favorece los pactos, aunque el otro es criticado por demasiado presidencialista.