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El gran clásico

Hasta con teléfonos móviles

El Camp Nou fue una hoguera contra Figo, al que le arrojaron de todo, como refleja el acta arbitral

Àngels Piñol

Policías antidisturbios rodeando el césped, más de cien pancartas colgadas de las vallas, un ambiente cargadísimo. Un decorado nunca visto. Casi más cerca de un escenario bélico que de un partido de fútbol. El Camp Nou, siempre tan callado, se transformó ayer en una hoguera rabiosa para recibir, mucho más que al Madrid, a Figo. El colegiado del encuentro, el cántabro Alfonso Pérez Burrull, resaltó en el acta del partido el lanzamiento masivo de objetos al césped por parte de los aficionados, que arrojaron desde botellas de plástico hasta dos teléfonos móviles. Tras citar las amonestaciones recibidas por Reiziger, Puyol, Celades, Hierro, Geremi y Figo, el árbitro señala textualmente: "Durante el transcurso de todo el encuentro se lanzaron desde las gradas, sobre todo desde los fondos, todo tipo de objetos, tales como botellas de plástico, mecheros, dos teléfonos móviles, bolsas de papel, etc. En una ocasión me dirigí al delegado de campo para que pusiera las medidas oportunas para que este hecho no se repitiese". "La caída de objetos aumentaba cada vez que el equipo visitante se disponía a efectuar un saque de esquina. En ningún momento fue alcanzado nadie. Asimismo, en cinco ocasiones tuve que requerir del cuarto árbitro un nuevo balón, dado que el público se lo quedaba".El público, que había empapelado literalmente el Camp Nou con pancartas -fueron tantas que casi superaron a las de los tiempos de la fractura social Núñez-Cruyff-, no dejó al portugués ni calentar: se le echó encima a cada balón que tocó. "Figo, pesetero", "Figo, judas" o "Figo=$" fueron, posiblemente, lo más suave que estaba escrito. La directiva dio la orden de retirar una de las pancartas más grandes en las que había una alusión a la madre del jugador. El estadio estalló cuando empezó el partido: el Madrid fue recibido por una estruendosa pañolada y con billetes con el rostro del portugués, tan abucheado que optó por taparse los oídos. El speaker, quizá para no calentar el ambiente, fue hábil: recitó casi de corrido la alineacion del Madrid sin detenerse, como hizo hace años con Laudrup, en las cuatro letras antes sagradas y ahora malditas.

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